Bono rubrica el fracaso de una pobre España

Una tanda de penaltis bochornosa, en la que España no fue capaz de marcar ni un solo penalti, tras un partido bastante plano, competido, pero con pobre bagaje ofensivo, mandó a la selección de Luis Enrique para casa. Cayó eliminado ante Marruecos el equipo español. Una Marruecos que supo defenderse con orden y que supo tirar penaltis y pararlos, pues Bono detuvo dos penas máximas de las tres que alcanzó a tirar España.

La decepción en La Roja, que jugó de celeste, estos octavos de final, es tremenda. Porque había generado cierta ilusión, quizás más que fútbol. En esta eliminatoria se le vieron las vergüenzas al combinado de Luis Enrique. Bien es cierto que Marruecos supo defenderse bien, como ha hecho en todo el Mundial, pero la realidad es que un equipo que no sabe generarle ocasiones, más bien en plural, casi ninguna ocasión a este tipo de equipos que saben jugarle defendiéndose, no merece mucho más. No merece ir más allá de donde ha ido España.

Los 90 minutos fueron cerrados, tediosos, equilibrados. Marruecos tuvo claro su papel en todo momento. Más allá o para acá, pero su objetivo era defenderse junto, bien, intenso, mantener las líneas en orden, conceder poco o nada y aburrir a España. Una España de Luis Enrique que tuvo claro su mantra en el encuentro, la seguridad. Seguridad en el pase, seguridad en el posicionamiento, y a partir de ahí, de esa seguridad, de no cometer errores, intentar hacer daño en el rival. A ratos, pequeños eso sí, consiguió el equipo de Luis Enrique infiltrarse por medio de Gavi o Pedri entre líneas, y ahí poder avanzar metros y encontrarse en posiciones más peligrosas. Y a ratos encontró la espalda de la defensa marroquí, siempre unos 15 o 20 metros por delante de Bono. Marco Asensio o Jordi Alba parecían indicar el camino en esa vía de penetración. Pero la realidad es que no tuvieron continuidad. Ya fuera por la buena africana, por la imprecisión en los metros más decisivos de los jugadores españoles, pocas veces se vio desarbolada la zaga marroquí.

Con los cambios, poco cambio

Sin demasiados remates, España tuvo alguna llegada más en la segunda mitad. Piso posiciones más adelantadas y forzó faltas laterales y algún córner. Aunque en realidad Bono solo tuvo que actuar en dos acciones, un disparo lejano de Olmo y una falta de este mismo que nadie tocó y se envenenó. Ambas las solucionó con solvencia el portero del Sevilla.

De los cambios, apenas la salida de Nico Williams dio algo diferente al equipo. Alguna jugada de uno contra uno, desborde, algo que no existió en el partido hasta entonces. Pero tampoco eran acciones diáfanas.

La prórroga le vino algo fría a España, que tardó en coger la onda. Tanto es así que Marruecos en la primera parte tuvo la ocasión más clara, y tan clara que la tuvo que salvar Unai Simón ante un remate en el área de Cheddira cuando el meta vasco era ya la última barrera. Luis Enrique dio entrada a Ansu y Balde durante el tiempo extra, para intentar refrescar más el ataque español, darle más dinamismo.

La segunda parte de la prolongación tuvo de todo para infartados, de ambos equipos. Por una parte dos arrancadas de Cheddira desaprovechadas, por otra parte, algunas llegadas españolas, sobre todo la que sobre la bocina, en el 122, Sarabia envió al palo. Sí, 122 minutos para tener la más clara del partido.

Bono se hace gigante

La tanda de penaltis, que no preparó Luis Enrique por cierto, fue aún peor que el partido. España tiró los penaltis de pena. Ni Sarabia, que salió dos minutos antes para tirarlo, pudo engañar a Bono. El meta sevillista aguantó de manera plácida y adivinó los tres penaltis españoles, de Sarabia, Soler y Busquets. Tres penaltis lanzados sin fe, de manera timorata. Como timorato Unai Simón, que se venció antes del lanzamiento en tres de los cuatro. Los penaltis no son una lotería. Marruecos y Bono lo demostraron y mandaron a España a casa. No fueron ni mejores en 122 minutos, en la tanda, sí. Lo suficiente para mandar a casa a los de Luis Enrique, que firman una pobre, muy pobre actuación en Qatar.