La comunidad marroquí en Francia es una de las más importantes en cuanto a inmigrantes se refiere. El precedente en Bruselas de disturbios tras la victoria de Marruecos sobre Bélgica en la fase de grupos tiene en alerta a las autoridades galas. Ya pasó en España en el partido de octavos aunque la comunidad marroquí en nuestro país se comportó de manera ejemplar celebrando la victoria en muchas ciudades del país.
Sin embargo, el calado histórico de la cita –la posibilidad de meterse en la final de un Mundial destrozando todas las quinielas-, hace temer que esta vez las pasiones puedan desatarse más de lo recomendable. Un temor que ha llegado incluso a la propia Qatar. En vísperas de la segunda semifinal, el despliegue policial para el Francia – Marruecos está siendo especialmente intenso, más que en otros partidos.
La Federación Francesa de Fútbol informó que se habían vendido 14.300 entradas a los marroquíes y 3.000 a los aficionados franceses. El estadio Al Bayt tiene una capacidad para 67.800 personas. Los aficionados marroquíes se han peleado en otras ocasiones con la policía en los partidos eliminatorios previos en Qatar. El país anfitrión del torneo es una nación con un alto poder adquisitivo, pero también es muy pequeña para controlar a los miles de aficionados en el Mundial.
Marruecos ha llegado muchísimo más lejos de lo que nadie podría haber imaginado. El último escalón –o penúltimo, mejor dicho, si sueña con levantar la el título mundial-, es la Francia de Mbappé, Griezmann y compañía. Un equipo que intentará revalidar el cetro Mundial, una gesta descomunal que nadie consigue desde que lo hiciera Brasil en los mundiales de 1958 y 1962. Seis décadas después, Francia tiene su oportunidad. Aunque Marruecos se lo pondrá difícil. En la soñada final del 18 de diciembre ya espera Argentina tras haber derrotado a Croacia en la otra semifinal.