A lo largo de la historia del fútbolsiempre han ocurrido goles más atípicos que de costumbre, ya sea por errores de defensores y porteros, suerte de los delanteros y en casos aún más extraños, por factores externos a lo que implica el juego de un partido. Hace 15 años que se dio el tercer factor en lo que muchos consideran el gol más surrealista de la historia de la Premier League.
Una jugada en la que estuvo involucrado el mismísimo Pepe Reina cuando encajó un balón que pudo haber acabado en sus manos si no se hubieran dado las circunstancias puntuales que había sobre el césped.
Todo se remonta a un partido de Liga entre Sunderland y Liverpool en el Estadio de La Luz, encuentro en la que había leyendas del fútbol actual como Carragher, Javier Mascherano y el propio guardameta español. Apenas cinco minutos de que empezase el duelo, la primera llegada de los locales en un centro al área que tocó el delantero fue a parar completamente solo a Darren Bent.
El delantero sin pensárselo dos veces remató de primeras, pero dirigido a las manos de Reina. Sin embargo, un balón hinchable que había tirado previamente un aficionado del Sunderland desvió la dirección del cuero a su izquierda (el otro fue para la derecha), por lo que el guardameta madrileño se quedó clavado al ver como un disparo sencillo de blocar terminó al fondo de la red.
Un gol que acabó siendo decisivo en el marcador puesto que fue el único del partido y dio los tres puntos a un Sunderland que necesitado de puntos para alejarse del puesto de descenso (consiguió salvarse aquel año).
El gol que están a punto de ver es increíble. Ocurrió de verdad. Fue totalmente lícito. Hoy se cumplen 15 años ¿El autor de la definición? Darren Bent, para Sunderland ¿Qué pasó? Miren 👇pic.twitter.com/AmO1LZRyPw
— VarskySports (@VarskySports) October 18, 2024
Aunque se trata de una circunstancia ajena y que debería ser anulado, las normas que marcaban la FIFA en aquel momento dejaban un matiz que fue clave a la hora de dar validez a la jugada.
Según marcaba la normativa, debía ser el árbitro quién debía detener el encuentro ante la presencia de cualquier objeto extraño sobre el césped que entorpezca el desarrollo normal del juego. Eso fue lo diferencial para que gol valiese: el colegiado no detuvo la acción y, una vez el balón dentro de la portería, no podía anularlo.