La valentía y el atrevimiento que demostró el Rayo Vallecano ante el Barcelona, al que puso en muchos apuros y tuteó de principio a fin en el Camp Nou, no fue suficiente para lograr un resultado positivo que reflejase con puntos el dominio exhibido sobre el césped durante gran parte del encuentro.David Ramiro
Ya había avisado en la previa Paco Jémez que su equipo no renunciaría al toque, la posesión y la valentía que le caracteriza, por mucho que enfrente estuviese el vigente campeón de Liga y un equipo que las tres temporadas anteriores le había endosado quince goles en el Camp Nou.
"Sueño con que seamos capaces de competir y ganarle la posesión al Barcelona, que no se encuentren cómodos por nuestra presión muy fuerte arriba y que mis jugadores sean más valientes que cualquier otro día del año porque lo vamos a necesitar", dijo Jémez, en la previa.
Su intención de dominar se cumplió en bastantes fases del choque, incluso al quitarle la posesión (54% del Rayo por 46% del Barcelona), pero el sueño no fue completo por el resultado, un engañoso 5-2 que seguramente no hizo justicia a lo que uno y otro equipo propusieron sobre el césped.
Las cifras del encuentro reflejan que el Rayo disparó en veintidós ocasiones, anotó dos goles, perdió cuatro balones menos que su rival y la posesión fue favorable a sus intereses, algo que ya ocurrió hace dos temporadas, en Vallecas, cuando al Barcelona lo dirigía el argentino Gerardo 'Tata' Martino.
"Alguien que no hubiese visto el partido no sabría qué equipo es el grande y quién es el pequeño. Si me quedo sólo con el resultado, sería un entrenador mediocre", confesó Jémez, al término del choque.
El Rayo saltó al césped convencido de sus posibilidades y confiado en que en caso de perder, siempre sería mejor atacando y dejando una buena imagen. Así fue, puesto que se adelantó en el marcador con un gol de Javi Guerra y durante la segunda parte mantuvo encerrado al Barcelona bastantes minutos e incluso el delantero uruguayo Luis Suárez acudió a defender los saques de esquina en contra de su equipo.
La remontada del Barcelona en la primera parte, cimentada en dos penaltis seguidos que transformó Neymar, no restaron un ápice de ilusión a un Rayo que dejó muy buenas sensaciones y que en la segunda parte, con la velocidad de Luis Suárez y el acierto del brasileño, encajó un resultado demasiado doloroso para sus méritos.
La demostración de fútbol que pudo dar el Rayo durante los noventa minutos se debió, en parte, a su capacidad de aguante sobre el césped, algo en lo que incide mucho Jémez con entrenamientos largos e intensos en los que separa el trabajo físico del táctico con balón.
Los cambios que hizo en el once, con la entrada de Lass y Ebert por Embarba y Raúl Baena, no los notó el equipo por los mecanismos de juego que tiene, ensayados hasta la saciedad y que siempre son los mismos independientemente del nombre que salga.
El que peor lo pasó fue Nacho Martínez, que siendo zurdo jugó a pierna cambiada por el lateral derecho y acabó sustituido en el descanso por Chechu Dorado, que no tuvo su mejor noche.
En el lado opuesto, al guineano Lass Bangoura, titular por segunda vez esta temporada, se le vio disfrutar mucho. De hecho, su atrevimiento cada vez que cogía el balón, encarando a Dani Alves, le valió ser uno de los jugadores más peligrosos de su equipo.
Pese al buen partido realizado, reconocido con los elogios de Luis Enrique en sala de prensa, los méritos del Rayo no le sirvieron para revivir aquella noche mágica de mayo de 2000, en la que venció por primera y única vez al Barcelona en el Camp Nou (0-2).
Pese a la derrota, el conjunto madrileño puede salir reforzado moralmente del estadio azulgrana y espera que el viernes, frente al Espanyol, en Vallecas, todo lo que "hizo bien en Barcelona le valga para ganar" a otros rivales, como dijo Jémez al abandonar el Camo Nou.