El Espanyol no cree en la Lotería
El Espanyol llegó este sábado al Wanda Metropolitano para cerrar el 2018 con un único objetivo: volver a sumar después de cinco derrotas consecutivas. Sin embargo, lejos de cumplirse, los de Rubi se marcharon otra vez de vacío. Otra jornada, sí. Otro 22 de diciembre, también.
Las estadísticas están para romperlas, pensarían en Cornellá durante la semana. Sin embargo, hay estadísticas que exigen mucho más que la palabra para romperlas: el Espanyol nunca ganó como visitante en Primera División un 22 de diciembre.
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El 'Premio Gordo' se jugaba en el Metropolitano: volver a ganar, evitar la peor racha en la historia de derrotas consecutivas -se igualó este sábado- y resucitar a un grupo que se marcha a las vacaciones con la moral hundida.
No todo es oscuridad
A pesar de la derrota, la sexta consecutiva en LaLiga Santander, el técnico quiere ser positivo. La primera mitad del equipo lo permite: Borja Iglesias -como de costumbre- brilló, Leo Baptistao se esforzó al máximo, Diego López mostró todos sus reflejos y el equipo funcionó como lo pedía su entrenador.
Sin embargo, Granero decidió cambiar el signo. Se sacó una increíble patada sin sentido dentro del área que el árbitro no se perdió. En directo, desde cerca. Al punto de penalti, Griezmann a la red.
El Atlético se ponía en el contexto adecuado y Rubi comenzaría a cuestionarse qué había hecho mal, qué había planteado mal para seguir con la condena.
Para el Espanyol no existe lotería alguna. El 22 de diciembre nunca gana como visitante y este año tampoco lo hizo. Quizá sea el que viene. O no.