El RCD Espanyol abrió la eliminatoria ante el Zorya, la última antes de llegar a la verdadera Europa League, con un tren de emociones y sensaciones: decepción, recuperación, alegría y goles. El culpable de todo ello no tiene otro nombre que David Gallego, el entrenador que se ha empeñado en cumplir la ilusión del RCDE Stadium.
La fiesta se inició con el Monito Vargas. Su entrada en el campo dinamitó y cambió la cara de su equipo. Aportó velocidad, regate, desborde, valentía... y un golazo más para su cuenta.
Pero antes que él también entró Marc Roca -por la lesión de Iturraspe- y Víctor Sánchez, la gran sorpresa del planteamiento técnico. Tras el paso por los vestuarios, Gallego decidió mandar al banco a Dídac -que al menos al que escribe le estaba gustando- y sacó al veterano centrocampista.
En teoría el movimiento podía ser por lesión, pero rápidamente se notó su entrada. El cambio de Víctor Sánchez fue fundamental, cambió la cara y aunque el resultado tardó en modificarse, el equipo sí lo notaba.
El equipo finalmente acabó ganando, remontando y marchándose a Ucrania con más oxígeno, pero esto debe servir como aviso, como advertencia no para el entrenador ni para la plantilla, sino para los que mandan y ponen el cash.
Se ha marchado Borja Iglesias, el máximo goleador de la pasada temporada, y su puesto no puede ser ocupado por cualquiera. Poner un parche sería un error y sería importante acertar con su sustituto.
Denle recursos a Gallego. Denle jugadores con calidad, desborde y ambición. Aporten muchos más 'Monitos', porque el resto lo hará el entrenador. No pierdan el tiempo con parches e inventos...
De ilusion nada, el objetivo es jugar a Europa cada año