En esto del fútbol, los sobreexcesos siempre se terminan pagando. Vale que aún es casi pretemporada, que la carga de partidos es mayor al resto de equipos, que muchos de los conceptos no están asimilados y que esto acaba de empezar. Pero lo cierto es que el Espanyol no termina de carburar en LaLiga (sí lo hace en Europa) y quién sabe si casualidad o no, comienza a pagar caro la acumulación de encuentros continentales.
Sorprendió Gallego en Mendizorroza, ante el Alavés, con un once hasta con cuatro novedades. Llamativas fueron la salida de la alineación de Wu Lei y Ferreyra, los hombre gol del Espanyol. Esa responsabilidad la asumió Campuzano y terminó pagándolo. Si bien es cierto que estuvo escudado por Vargas, el canterano se asentó en una isla y poco o nada pudo hacer ante la aguerrida retaguardia local.
Precisamente arriba el equipo se notó sin pólvora, sin mordiente y lo peor, muy cansado. La ausencia de Ferreyra y Wu Lei dejó a Campuzano en una isla y sólo los destellos de Darder pusieron en peligro al marco rival. En el tramo final Gallego dio entrada a sus hombres importantes, que refrescaron al equipo y oxigenaron las ideas en zona de tres cuartos.
Con todo ello, la defensa mantuvo a raya el ataque babazorro y eso permitió al Espanyol obtener los primeros puntos del año. Un empate que sabe a poco y que genera que el duelo ante el Granada de la próxima jornada (antes viajará el equipo a Ucrania) se convierta en el primer envite con necesidades serias para sumar de tres.
Esa es la doble vara de medir de Europa. Euforia continental que, a veces, termina saliendo cara. Hay tiempo de sobra, y mimbres, para revertirlo.