Roberto Morales,Madrid, 7 dic (EFE).- Las lesiones de Eden Hazard y Gareth Bale han cambiado el plan de ruta diseñado por Zinedine Zidane hacia el clásico. Debe encontrar nuevas variantes. Una vez recuperado para la causa a Isco, le llegó el turno a Vinicius y el brasileño respondió con una actuación repleta de descaro pero sin gol.,Fue el mejor de la primera parte, concienciado Vinicius de que estaba ante su gran oportunidad. No jugaba de titular desde el descalabro de Mallorca, el 19 de octubr
Roberto Morales
Madrid, 7 dic .- Las lesiones de Eden Hazard y Gareth Bale han cambiado el plan de ruta diseñado por Zinedine Zidane hacia el clásico. Debe encontrar nuevas variantes. Una vez recuperado para la causa a Isco, le llegó el turno a Vinicius y el brasileño respondió con una actuación repleta de descaro pero sin gol.
Fue el mejor de la primera parte, concienciado Vinicius de que estaba ante su gran oportunidad. No jugaba de titular desde el descalabro de Mallorca, el 19 de octubre. En mes y medio apenas 56 minutos sobre el campo y muchos más en la grada como descarte habitual de Zidane.
En el crecimiento del Real Madrid no entraba Vinicius, el futbolista que el pasado curso ilusionó por momentos al madridismo. Su caída de protagonismo coincidió con la irrupción de su compatriota Rodrygo. Su amigo le restó minutos y oportunidades. Hoy aparecieron juntos en el once formando un nuevo tridente al que examinó Zidane.
Y el brillo se lo llevó Vinicius con una capacidad innata en el desborde, encarando siempre rivales y sin miedos ante la presión. Lanzando desafíos en el cara a cara y en velocidad. Dejó una muestra de personalidad en su momento de mayor duda desde que llegó a la casa blanca.
Comenzó el partido con una acción que anunciaba lo que dejaría en el terreno de juego. A los seis minutos se marchaba en carrera de tres rivales, recortaba de zurda y disparaba de diestra para estrellarse por primera vez con Diego López. Fue el que impidió que su partido fuese perfecto.
La ausencia de Hazard dejó la banda izquierda para Vinicius. La pidió siempre pegado a cal. Solo abandonó su posición para dejar espacio a las subidas de Ferland Mendy, con el que se asoció bien. Todo el peligro madridista llegó por ese costado. Vini estuvo cómodo. Lanzó un túnel, hizo un control a un cambio de juego de espuela, matando el balón con mucha clase y levantando la ovación de la afición madridista.
Su entrega en la presión le hizo robar un balón en fase de salida del Espanyol para asociarse con Karim Benzema antes de recibir una cartulina amarilla fruto de sus ganas de agradar. Fue con todo a un balón dividido en el área chica y chocó con Diego López. Era el minuto 17 y esa acción le condicionaría para ser protagonista de la polémica del partido cuando a cinco del descanso derribó con claridad a David López, al resbalarse, y vio de cerca una expulsión que pidieron todos sus rivales.
La grada del Bernabéu volvió a vibrar cuando Vinicius recibió el balón y el jugador disfrutó de sensaciones que hace tiempo no sentía. Volvió a encarar, irse y disparar raso para que Diego López la sacase con los pies. Dejaba un regate de espaldas ante dos rivales que levantaba el olé de la grada.
Su brillantez se fue rebajando según apareció el cansancio. Con menos frescura pisó área en el segundo acto. Disparó ante rivales que estrecharon sus marcajes pero antes de irse dejó otra acción de desequilibrio en el uno contra uno. Había fallado la anterior pero Sergio Ramos le buscó para que lo volviese a intentar. Se fue con calidad de su marcador y dejó el gol en bandeja a Benzema, que perdonó antes de sentenciar el duelo.
Se marchó Vinicius del campo aplaudiendo el cariño de la grada y con ovación cerrada. Nada más salir del campo recibió la felicitación de su técnico, Zinedine Zidane, que sabe que lo necesita enchufado en un diciembre exigente.