1+1 no son 7

Eran otros tiempos. Pasaban los meses en 2003 y la adolescencia se enganchaba a las series televisivas españolas: triunfaban, se divulgaban y las cadenas apostaban por ellas. Los Serranos triunfaban y Fran Perea, uno de sus actores, se empañaba en decirles a todos los españoles que "1+1 son 7" en contra de la evidencia y la matemática. Algunos años después, y sin música de por medio, se sigue intentando convencer a los españoles de otros aspectos: el VAR es bueno para el fútbol y los mejores están en nuestro país. Que le pregunten al RCD Espanyol.

Velasco Carballo, el 'cabezilla' público del videoarbitraje en España atendió a los medios de comunicación esta pasada semana con el mensaje muy estudiado: el VAR funciona a la perfección en España y los árbitros están haciendo mejor que nadie su trabajo. Ojalá fuese así.

Cualquiera puede equivocarse y un árbitro, que vive la intensidad, el engaño y el impacto sobre el verde a una velocidad endiablada, más. Es lógico y hasta comprensible. Todos podemos equivocarnos, incluso el que escribe, que puede cometer una errata en cualquiera de las palabras que está escribiendo.

Sin embargo, el que escribe sí tiene una línea marcada: debe hacer esto, esto y lo otro. Pero en el VAR, amigos, cuesta mucho ver la línea. Será invisible. Es inexplicable que en LaLiga Santander semana a semana, exista una jugada polémica e incomprensible.

Las manos continúan siendo objeto de polémica: hoy sí, mañana no. La de Pau Torres, separada, deteniendo el balón cuando se colaba en la portería, no. La de Javi López, tras tocar en el muslo y con el cuello girado, sí.

Es inexplicable.

El problema no es el error, que es comprensible, sino la inexistencia de un criterio unificado, de unas normas fijas, de una explicación semejante para diferentes jugadas. Ese es el problema.

Y aunque se empeñase Fran Perea, 1+1 no es 7. Ni el VAR y sus árbitros en España está funcionando mejor que en ningún sitio.