Haya jugadores apartados o no. Juegue el equipo a las mil maravillas o no sea para tanto. La falta de gol existente se mantenga, el árbitro sea calamitoso, el portero falle o la abuela fume. Sea como sea, Paco Chaparro se juega ante un Segunda B como el Real Unión su puesto al frente del Betis. La realidad actual nunca pudo ser imaginada por el protagonista tras el sorteo del pasado 1 de diciembre, pero la nefasta racha en Liga y los titubeos con el descenso jamás podrían llegar ligados a una eliminación copera ante un rival dos categorías inferior. Dicho esto, lo lógico es que el trianero saque a relucir su mejor revés para darle la vuelta a la situación y ganarse la credibilidad hasta Pucela. Allí será harina de otro costal.
De momento el gol de Damiá y el presumible once plagado de habituales hacen tomar una ventaja considerable al Betis, por mucho que el rival siga liderando su grupo con solidez y su fútbol apueste más por el preciosismo y se vea beneficiado en terrenos de juego como el de Heliópolis. Entre otras cosas porque algo tendrá un jugador cuando está en Primera división, y muchas cosas le faltarán a quienes ni siquiera son capaces de hacerlo en Segunda A, sino en la B. Chaparro tiene muchas bajas, de ahí que las rotaciones no puedan entrar en acción todo lo deseado. Aunque el ejemplo del Real Unión, cuyo técnico no tiene un once base sino 25 jugadores, debe valer como ejemplo para no mirar con demasiada importancia este asunto. En cualquier caso desde el palco, y desde la televisión de Jabugo, las miradas estarán pendientes del más mínimo detalle.