Adiós a los regateos, los flecos, los faxes, los documentos, los intermediarios y demás, y sean bienvenidos de nuevo al mundo del fútbol. Chaparro se juega el puesto y Ricardo Oliveira estará atento en el palco vigilando in situ todos los movimientos. Veremos si el impulso moral generado con su llegada, llega al campo y se traduce en nuevos aires futbolísticos, o simplemente servirá para el deleite de la grada. El problema es que hoy el brasileño sólo generará expectación y quien sabe si el trianero tendrá tiempo de sacarle partido a partir del lunes.
Esa es la pena para Chaparro, pero la realidad que su Betis ha creado trasncurridas ya 20 jornadas del campeonato. Al menos nadie se acordará de la Copa, del Mallorca ni de la ausencia de identidad en el equipo verdiblanco. Bueno, siempre y cuando los elegidos para la ocasión sepan virar el rumbo de esta nave a la deriva. El problema es que el Getafe no es de esos equipos escasos de recursos y hambre de gol, como por ejemplo si fueron los baleares el otro día. Soldado, Uche, Granero, Casquero y compañía no se caracterizan por ser bondadosos cualquier huelen la herida del rival. Por eso será vital un cambio radical en verdiblanco para que Chaparro pueda dormir tranquilo y soñando con Oliveira, saltando al césped del Sánchez Pizjuán dentro de una semana…