Villarreal CF | 1 | 0 | Real Betis |
El planteamiento del partido de Pepe Mel tuvo mucho que ver en la derrota. El madrileño visualizó un partido que nunca se produjo y facilitó y mucho las cosas a un Villarreal apocado, rudimentario, tosco, que se bastó de un gran Borja Valero y Marco Ruben para poner en jaque al Betis. Mel planteó un partido por dentro, sin bandas, sin extremos, y Garrido aceptó la propuesta, y tanto que la aceptó. Es más, le fue de perlas. Porque Garrido, con su Villarreal venido a menos, dispuso el partido a cara de perro, descaradamente defensivo, con el equipo atrás buscando el robo, la salida y la calidad arriba de sus dos mejores hombres, Valero y Ruben. Y por el centro que iba el Betis picando el anzuelo, y por el centro que robaba el Villarreal y salía a la contra. Así, precisamente, se llevó el partido. Con una pérdida de Beñat aprovechada en cuatro toques para que Marco Ruben cediera a Valero y éste superara de vaselina a Casto (¿dónde iba?). Y tan contento Garrido, y tan estrellado el Betis, que tocaba, tocaba y tocaba con sus centrocampistas, pero donde el Villarreal quería, donde el Villarreal prefería. Una pista le daba el partido a Mel. Nacho era el más profundo del equipo, el campo había que abrirlo.
Pero tardó Mel. Primero recurrió a Matilla por Iriney buscando pases a unos inéditos Castro y Molina. Inéditos siguieron, porque la fórmula no era de centro. Pese a la insistencia del Betis y de Pozuelo, por cierto, demasiado obstinado en sus acciones. La opción eran las alas. Recurrió a ellas con Montero el técnico verdiblanco, evidenciando su error de planteamiento retirando a un Beñat vulgarizado, del montón. Mejoró el Betis, poco, pero mejoró, porque el campo estaba entonces más abierto y dificultaba la tarea local. Pero para entonces el Villarreal ya le había perdido todo pudor al partido. Ocho defendiendo, Borja de enganche y Marco Ruben esperando un balón caído del cielo. Autobús al canto y ni Santa Cruz ni Molina ni Matilla ni Pozuelo encontraron las vías de penetración hacia Diego López.
El Betis ha perdido el rumbo, ha perdido el camino y su estilo. Se ha convertido en un equipo vulgar, inofensivo y ñoño. No marca ni se acerca a hacerlo, bate récords en negativo y ya no tiene referencias en el campo. Beñat no existe, Castro no se encuentra, Molina no aparece y ya van ocho partidos sin ganar. Y bajando.