Pero por partes. Justo tras el pitido final varios aficionados jóvenes saltaron al terreno de juego e incluso uno de ellos corrió inmediatamente hacia Messi, al que intentó abrazar mientras el argentino con cara de pocos amigos intentaba alejar. La cosa no pasó a mayores porque además la policía intentó persuadir a los aficionados formando un cordón protegiendo la zona de los banquillos.
Mucho más trascendente fue lo que sucedió más tarde en la despedida del equipo. Tras meterse en el vestuario, los jugadores del Betis volvieron a salir al terreno de juego para despedirse de sus aficionados en el último partido de la Liga. En esa despedida el auténtico protagonista fue Iriney Santos, cuyo nombre corearon repetidamente los aficionados.
Incluso cuando el resto de sus compañeros ya se había marchado para la caseta, el brasileño continuó diciendo adiós a los seguidores. Síntoma inequívoco que, salvo giro radical de los acontecimientos, Iriney no seguirá en el Betis.