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África y el beticismo romántico

C.T.

Estos días, en el Betis no deja de hablarse de China. Los dirigentes verdiblancos consideran muy importante que la imagen del club se expanda y su marca se abra al mercado asiático. Si bien, la probable anulación de la gira prevista para julio por problemas organizativos dificultan el inicio de un proyecto que, insisten desde la entidad, no tiene sólo pretensiones económicas.

Habla Miguel Guillén de que el Betis persigue en China también fines sociales y deportivos. Aunque es evidente que el gigante asiático atrae, muy especialmente, porque se observa como una posible fuente futura de ingresos.
Esta justificación que hace el presidente, en cambio, no es necesaria a la hora de referirse a África. Y es que el club de Heliópolis está contrayendo una relación especial, diferente y significativa con las gentes del continente negro.
En marzo, el club difundió que en Ebbo Town, un suburbio de Gambia, un bético había fundado un equipo y que, para su vestimenta, había solicitado indumentarias al club de La Palmera, que no dudó en satisfacer este deseo y envió camisetas y calzonas de temporadas anteriores. El equipo creado por José Antonio Rodríguez estrenó esa ropa venciendo en un partido al Ronmango de Jeswang y su capitán, Modou, remitió una carta de agradecimiento al Betis.
Hace sólo unos días, la familia Navarro, unos sevillanos participantes en el programa Perdidos en la tribu, protagonizó unas escenas insólitas que expusieron hasta qué punto sentían amor por los colores del Betis. Fundaron una peña bética en Etiopía, en la tribu suri, algunos de cuyos miembros, insólitamente, incluso cantaron el himno del centenario. José Manuel encabezó esta iniciativa, que el club da por válida dado que se refiere abiertamente a este hecho reconociendo la peña allí fundada.
Pues bien, este domingo recoge la web oficial del Betis otra singular vivencia en África. Esta vez, en Costa de Marfil, donde Manuel Grau, sacerdote de la Misión Católica Virgen de la Consolata en Dianra, ha recibido para su equipo de fútbol indumentarias del conjunto verdiblanco. Todo a través de su sobrino, David Jesús Cardo Grau, un bético de Coria, que ha sido el encargado de llevarlas hasta tierras marfileñas.
Tres gestos que demuestran que, más allá del dinero, hay bonitas formas de generar afición, de hacer Betis. Tres románticas historias que ponen de manifiesto que para superar fronteras en el mundo del fútbol no hay nada mejor que la adoración a unos colores y la tranmisión de un sentimiento.
El educador Jorge Morillo, tan ligado hoy a la fundación que preside Rafael Gordillo, lleva años luciendo las trece barras al tiempo que salta barreras sociales en Sevilla. Ahora, otros béticos traspasan fronteras nacionales y también predican su amor por el Betis en las zonas más pobres y necesitadas.

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