Entonces los dirigentes béticos vieron en él, tras su buen papel en el consejo como responsable de marketing, la persona idónea para llevar las riendas del Betis auspiciado por varios grupos de poder. Además, su imagen era positiva y arrastraba bastante unidad.
Un año después, con algunas muestras de inexperiencia en el mundo del fútbol, con algunas actitudes quizás inmaduras en momentos determinadaso, es obligado decir que la figura de Guillén ha cumplido a la perfección su cometido.
Guillén, como el club, ha sufrido altibajos, ha tenido momentos mejores y peores, pero ha salido airoso de ellos, y en algún caso favorecido, como en su confianza en Mel, y en otros algo perjudicado, como en el reciente caso de la gira china.
Pero realmente, en sus primeros 365 días al frente de la entidad tiene Guillén más en su haber que en el debe. El club se ha consolidado como marca, se ha consolidado como equipo y ha mejorado sus prestaciones tanto deportivas como económicas, y en ello hay que atribuirle responsabilidad al máximo dirigente bético, que ha ofrecido en muchas ocasiones saber estar, algo desconocido en el club no hace mucho.
Pero también ha tenido errores. Su inexperiencia en el mundo de la pelota ha dado la cara en algunas ocasiones, aunque no de forma realmente trascendente.
Ahora el Betis debate su futuro a medio plazo. Miguel Guillén no es un presidente perenne porque él mismo lo ha dejado claro. Para sucederle, será el momento de que los que quieran y puedan den el paso al frente. Pero siempre que puedan ofrecer algo más que Miguel Guillén, claro está.