Aguafiestas

Álvaro Ramírez IIIDentro o fuera, es la primera diferencia que habría que explicarle a Undiano Mallenco, o más bien a uno de sus asistentes, que convirtieron en penalti una jugada de falta fuera del área. El Betis ha caído ante el Mallorca por esa decisión trascedental y porque en la segunda parte estuvo plomizo, espeso y sin ideas. Y porque el equipo de Mel, como pez en el agua con los partidos equilibrados y de cara, se pierde cuanto tiene que remar contra corriente.

En realidad, el partido fue extraño, y aun estado bastante discreto, no es que mereciera perder el Betis. Tampoco fue uno de esos partidos en los que se echó en falta actitud. De hecho empezó bastante bien el equipo verdiblanco y tuvo una buena media hora. Sin el penalti injusto que señaló Undiano, en cualquier caso, también habría pasado fatigas el Betis, porque desde el empate de Casadesús en la primera mitad estuvo sin ideas, sin reacción, sin juego.

Porque es evidente, ya con casi la mitad de la Liga transcurrida, que el Betis tiene muchas virtudes, las demostradas hasta el momento, pero también imperfecciones y modos de juego. Cuando los encuentros se mantienen en equilibrio, igualados en el marcador, vivos o a su favor, ahí el Betis suele moverse con soltura. De hecho, si hubiera estado algo más preciso en los útimos metros, tras el tempranero gol de Beñat en un error de Aouate, podría haber matado el encuentro. Fue en esa primera media hora acertada y fluida, en la que sacaba petróleo del punto débil mallorquinista, uno de ellos, el lateral derecho de Nsue. Allí Rubén Castro caía inteligentemente y Nacho percutía una y otra vez, con poco acierto, dicho sea de paso.
No acertó el Betis en esos pases decisivos de los últimos metros y en otra acción en la que participó Nacho, negativamente, el Mallorca se encontró con el empate. En realidad, se encontró un pase, pero no el gol, porque el salto de Víctor Casadesús ante un Nacho 'blandito' fue imponente y digno de elogio. Igualaron los bermellones y el partido cambió.
Porque el Betis, hasta ese momento alegre, confiado, se nubló con el empate. Parecía como si no se lo esperase, evidentemente, como si no tuviera plan para el partido si se ponía rudo, como se atisbaba. Hasta el final de la primera parte hizo poco más y el Mallorca cogió confianza y se asentó en el campo.
Aún así, para que este Mallorca de Caparrós, a día de hoy, gane un partido, hace falta que ocurra algo fuera de lo normal. Y eso ocurrió, la decisión de un Undiano que un día fue el mejor árbitro de España y que en el Villamarín se ha ganado un 'neverazo' de los largos por regalar un penalti a Márquez, que no lo desaprovechó.
Quedaba toda la segunda mitad por delante, y Mel no tardó en reaccionar. Intentó abrir el campo sacando a Pozuelo, Agra y Vadillo casi de una tacada. El Mallorca se encerraba e intentaba atacar por los flancos el equipo verdiblanco. Pero el plan del Betis se convirtió en previsible, aburrido, espeso, y cayó en las redes del conjunto bermellón. Además los sustitutos no estuvieron especialmente lucidos y el Mallorca se creció en su papel defensivo hasta agotar el encuentro colgado de su área.
El equipo de Caparrós aprovechó el regalo de Undiano y no se desaplicó, aunque se olvidó del ataque. Y el Betis se olvidó de la versatilidad ofensiva, se olvidó de la sorpresa y se olvidó de que, a veces, los partidos hay que conquistarlos contra la adversidad.
Undiano y Caparrós, otra vez, aguaron la fiesta verdiblanca en el último partido del año y frenan la racha de victorias y buenas sensaciones que acumulaba el equipo bético.