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El problema de la clase dirigente

Juan Pinto


El gran problema que el Betis viene arrastrando históricamente es el de su clase dirigente. Ignacio Sánchez Mejías, Manuel Ruiz Rodríguez, Benito Villamarín, José Núñez Naranjo y alguno más sí supieron llevar las riendas del conjunto verdiblanco, desde la presidencia, con bastante éxito, teniendo en cuenta el contexto histórico en el que llevaron a cabo su mandato.

Sin embargo, en los 107 años de historia que el equipo de Heliópolis cumplirá el 12 de septiembre de este año, hay muchos capítulos de presidentes que no supieron gestionar bien un club que desde que se convirtió en Sociedad Anónima no ha sabido, tampoco, mantener una estabilidad institucional y deportiva.
Son muchos los béticos que se preguntan por qué el Betis no es capaz de mantenerse diez años seguidos en Primera, por qué con la masa de aficionados que tiene no es capaz de mantener una regularidad que le permita estar luchando siempre por Europa, por qué cada tres o cuatro años baja a Segunda...
Y la respuesta está en esa clase dirigente, más preocupada del ego personal que de mirar por el club. Ése es el gran problema, al margen del entorno que rodea a la entidad y que tan difícil hace el día a día, pues siguen faltando dirigentes que trabajen exclusivamente por el Betis y no servirse de él para enriqucerse.
Ahora, en la Junta de este viernes, se le presenta a esa clase dirigente bética la oportunidad de formar un Consejo que ponga las bases de un nuevo Betis. Un Betis que tiene que reinventarse con gente capacitada y decidida a tomar las riendas para volver a ilusionar a una afición quemada de proyectos deportivos de mentira y que necesita recuperar la ilusión, pues ve venir largos años de travesía por el desierto de la Segunda División.  

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