Los derbis son los últimos años unos duelos en los que suele salir vencedor el Sevilla, ni más ni menos. Los derbis son coto nervionense desde hace varias temporadas y desde hace varios encuentros. Son siete ni más ni menos los que acumula el Betis sin marcar y el Sevilla sin perder, con seis victorias y un empate. Y el primero de esta temporada, quizás prematuro para dos equipos en formación, ha vuelto a ser mercado vetado para el conjunto bético. El mercado de los derbis es del Sevilla, y es una tendencia que se prolonga para tristeza y desesperación de los seguidores heliopolitanos, que ven que su equipo cae incluso sin merecer duros castigos. Porque los derbis hay muchas formas de jugarlos y de perderlos, y el Betis jugó y perdió el de este martes de forma muy diferente a los últimos, y de hecho tiene toda la razón y argumento del mundo para quejarse porque Estrada Fernández, a instancias de su asistente, anuló un gol que debió subir al marcador el empate.
El Betis recibió el castigo de Mercado y de Estrada, que anuló a instancias de su asistente un gol por fuera de juego inexistente de Rubén Castro Ese es el lamento verdiblanco, que compitió en un duelo intenso, equilibrado en el que el Sevilla estuvo bien a ratos, desorientado a ratos y efectivo cuando debió, en una falta al arranque de la segunda parte en la que el más listo fue Mercado. En un soñado Sevilla de Sampaoli pocas veces se pensaría en un jugador de raza, de pelea y de brega como la estrella, pero es que este Sevilla sigue siendo una incógnita, incluso a la hora de soñar. El caso es que el conjunto nervionense, que sin ser muy superior fue más peligroso, ganó, como en varios partidos ya de esta temporada, en los que gana por inercia, por efectividad, pero gana, y si es un derbi lo que cuenta es ganar, de eso no cabe duda.
Y ganó el Sevilla, sin la superioridad de las últimas temporadas, sufriendo en algunas fases y parcelas del partido, pero ganó. Con una mano del colegiado, con alguna otra de la defensa riva, que para eso es mejor quien menos falla, pero ganó. Y prolonga su idilio con los derbis y con el dominio de la rivalidad hispalense.
Pero aunque el signo acabara siendo el mismo, el derbi nacía diferente y el derbi fue diferente. Porque para empezar hubo Betis, hubo un equipo que, con limitaciones, sobre todo en defensa, quiso competir, jugar y buscar al rival. De hecho, tras unos minutos iniciales del conjunto sevillista en los que agobió a su eterno rival, arropado por el inicio enfurecido de su afición, se rehízo y jugó de tú a tú el encuentro, adelantando las líneas cuando procedía, obligando incluso a Sergio Rico a jugar constantemente al voleón. El plan bético era presionar arriba cuando era posible e intentar robar, y eso durante varias fases del encuentro creó problemas en el Sevilla. Eso sí, apenas le dio rédito en ataque porque anduvo falto de remate. Rubén Castro, muy desplazado a la banda, participaba poco, y la meritoria pelea de Álex Alegría con Mercado tampoco es que fuera de color verdiblanco.
El Sevilla llevó más peligro durante todo el partido, pero el planteamiento del Betis parecía más correcto y de hecho no se encontró cómodo el equipo de Sampaoli. Eso sí, apenas sufrió en defensa salvo en contadas ocasiones El Sevilla, sin embargo, sí gozó de varias ocasiones en la primera mitad, un par de ellas claras gracias a los errores defensivos verdiblancos. El equipo nervionense salió bien, pero fue poco constante en su juego, y eso permitió al Betis respirar durante el encuentro e incluso crecer. El conjunto de Sampaoli, más que en posesión y en estático, intentaba salir a la contra, a lo que le obligaba en muchos casos el Betis. Y como calidad tiene, llegaba arriba y tuvo varias aproximaciones peligrosas, aunque como en otras ocasiones, sin remate. Sobre todo porque cuando llegaba lo hacía, sí, pero con poca gente. Entre que el recorrido entre la recuperación y la ocasión era largo y entre que adolece el Sevilla de jugadores con ese instinto de incorporación, mental y físicamente, el peligro se esfumaba. Vietto lo intentaba pero anduvo demasiado solo o demasiado errático. El balance de la primera mitad lo dice todo, el Sevilla remató una vez a puerta (se la sacó Adán a Nasri), el Betis, ninguna.
Poco remate a puerta y mucha pelea, porque lo cierto es que lo que no faltó fue agresividad, pelea, intensidad, balones dividido, y alguna entrada fuerte de vez en cuando. La sensación es que el Betis tenía mejor planteado el partido, pero que el peligro era del Sevilla, porque tenía más calidad en sus botas y porque fallaba menos que su rival.
La segunda parte comenzó con el acto decisivo, una falta frontal, en teoría fácil de defender, se convirtió en el puñal que mató al Betis. Remató Mercado, el más listo de la clase, el pase de Nasri ante un Adán vencido que quizás pudo hacer más.
Ese gol no dio tiempo a esperar una mejora sevillista, pero sí ofreció una reacción bética. Con sus limitaciones y hasta donde pudo, y hasta donde pudo fue generar pocas ocasiones, más aproximaciones y un gol que fue legal y que el asistente anuló levantando la bandera en el pase de Joaquín a Rubén Castro. Ese gol que a la postre fue de Álex Alegría no subió al marcador y el partido entró en una fase de enloquecimiento entre un Betis que se fue arriba y apretó cuanto pudo y un Sevilla que no supo ni controlar ni matar el encuentro a la contra. Ejercicio de impotencia mutuo del que salía vencedor el equipo de Sampaoli, entre otras cosas porque en defensa sí estuvo fuerte. Pareja, Mariano, Mercado y Escudero se mantuvieron firmes y apenas dieron oportunidad a sus rivales en ataque.
Fueron minutos en los que un jugador de poso, de calidad y personalidad, podría haber desnivelado el encuentro, pero en el Betis Rubén intervenía poco en la banda, estaba muy tapado aunque sacara el disparo a la primera (reaccionó bien Rico) y nadie parecía coger el testigo del peligro; mientras en el Sevilla el Mudo se apagaba, Nasri anduvo falto de precisión y Vietto de potencia. Los cambios elevaron algo la profundidad del Betis, sobre todo con Musonda, pero Dani Ceballos aportó nada a su equipo, por lo que tampoco varió la tónica, como tampoco varió en el Sevilla con Sarabia, Kranevitter y Carlos Fernández, aunque en este caso aportaron pelea y piernas, que falta hacía.
El partido acabó con la victoria del Sevilla, fue un duelo poco rico en lo futbolístico, pero que sí ganó en rivalidad e igualdad, aunque, para lamento bético y hegemonía sevillista acabó como suele últimamente, con triunfo nervionense y derrota bética.
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