El Betis de Gustavo Poyet va dando una de cara y varias más de arena. Cuando parecía que tras el choque ante el Málaga el equipo había encontrado un estilo, más aguerrido que técnico, en Anoeta el dibujo y las sensaciones desaparecieron de un plumazo. Y, sobre todo, la imagen de Rubén Castro con caras largas tras ser sustituido y acumular cuatro jornadas sin marcar. Eso, para un goleador, ya es casi una crisis.
Sea o no Rubendependencia, el Betis no acaba por erradicar unos problemas que aparecen más de lo debido y que no cambian ni con un entrenador, director deportivo y media plantilla nuevos. Al final, en Anoeta sólo jugó de inicio un fichaje (Felipe Gutiérrez), sin contar a los repescados Álex Alegría y Álex Martínez. La defensa volvió a dejar lagunas en intensidad y concentración, y para imagen, el gol de Vela. Poyet dijo decir antes del partido que era una de las opciones más repetidas por al Real Sociedad para hacer gol. Dicho y hecho.
En el centro del campo, más que control hubo descontrol, con muchos kilómetros en las piernas en balde, sobre todo Dani Ceballos. Muchas críticas se han centrado en el canterano, que estrenaba titularidad en San Sebastián, pero habló en el campo y dio la razón a Poyet. Quizás por la presión y las ganas de hacerlo todo de una vez, Ceballos no destacó ni en ataque ni en defensa.
Y llegó el cambio de Rubén. Una vez más escorado a la izquierda, el canario apenas tuvo una ocasión para marcar, gracias a una contra. Una mejor asistencia de Alegría hubiera cambiado el final de la jugada ante Rulli. Después, nada, incluso un cambio que ha llamado mucho la atención, ya que en esta ocasión ni estaba lesionado ni consensuado con el entrenador.
Rubén, con dos dobletes hasta el momento, lleva cuatro partidos sin ver puerta y su sequía siempre ha traído problemas al Betis. Sólo hay que mirar a las últimas temporadas para comprobar que sin los goles del máximo artillero de la historia del Betis el equipo caía en picado.