Boudebouz evita un dolor de cabeza
A este Betis le va la locura. Pero la locura pocas veces te da premios gordos. Ante el Getafe, timorato y fallón arriba, que perdonó mucho, sí le permitió al Betis para sumar un punto. Un zapatazo de Boudebouz para casi reventar el Villamarín, que ya pensaba en otro fiasco mayor. Aún así, es un resbalón.
Porque el Betis que soñaba con crecer cada jornada ya no crece con victorias. Esta vez firmaba el empate después de verse 0-2 en la segunda parte, pero la ilusión de su gente no se compra con un punto. Ante el Getafe. Sobre todo después del traspié ante el Getafe y de comprobar que el equipo no es el que ilusionaba, con fútbol, a principios de temporada.
El Betis de Setién ha dado un paso atrás. O dos. Pero no en su idea, que sigue siendo la misma, sino en su fútbol. Ya le cuesta Dios y ayuda crear una clara ocasión, no aprieta arriba como antes y cada pelotazo del rival, aunque sea del Getafe, es peligro. Y la tensión defensiva a balón parado ya no es la que era. Por eso este Betis se ha venido abajo y por eso ahora pierde con relativa facilidad.
No empezó mal el Betis, con un cabezazo de Amat que se fue fuera por poco. Pero fue casi un oasis. El Getafe, con las ideas claras y repartiendo leña, con el beneplácito de Mateu Lahoz, se encontró una falta lateral mal defendida por el Betis y donde Adán se quedó a medias. Markel Bergara, el primero que pasaba por allí, no falló. Otro gol recibido de cabeza ya es para hacérselo pensar, tanto como cuando el Betis los metía de esa forma.
El gol escoció al Betis, que no encontró velocidad ni frescura para atacar la férrea defensa azulona. Férrea por cerrada y por las patadas que solían dejar cada vez que presionaban a los jugadores del Betis. Mateu ya vio que era demasiado y tuvo que tirar de tarjetas a más de uno. Pero al Getafe le daba igual y siguió a lo suyo. En una galopada de Jorge Molina, que se fue en velocidad de cuatro, Mandi hizo uno de los despejes de los que tenía acostumbrado dar la pasada temporada. El balón cayó en los pies de Portillo y al malagueño no le dolió ni tirar ni marcar. Un jarro de agua fría y no la que había caído en Heliópolis poco antes.
Demasiada locura
El 0-2 ya empezó a inquietar a la gente, que no quiere volver al pasado. Sólo hizo falta una ocasión para que se viniera arriba, pero esta vez Sergio León, con todo a su favor, tiró al muñeco. Guaita, quieto, paró el disparo. Demasiado poco para creer en una remontada ante un equipo que sabe a lo que juega, a lo que tiene. Y con eso le valía.
Si hay algo que tiene este Betis es que quien no sea capaz de dar la puntilla lo puede pagar. Porque tiene arreones que complican a cualquiera aunque se haya tirado antes una hora sin hacer una jugada. Perdonó Ángel, perdonó Jorge Molina y volvió a perdonar Ángel. Y quien no perdona es Sanabria. El paraguayo necesitó un balón para volverse y armar la pierna. Golazo. Y el Villamarín comenzó a creer en la remontada.
También Setién, que se encomendó a la locura para al menos empatar. Defensas fuera y mucha gente por delante del balón. Un partido de 1.000 revoluciones pero sin muchas ideas. Con muchos huecos atrás y rezando para que el Getafe no acertara en una contra. Bordalás vio el paso atrás y metió gente para tocar y torcar. Setién y Sarabia pedían calma, pero los jugadores estaban envalentonados, con poca cabeza.
Y en estas que apareció Boudebouz. Un control, un recorte y balón a la derecha. Le dio igual. Su disparo se coló como un misil para enloquecer al Villamarín. Aún quedaba tiempo, no mucho, pero a este Betis le van las emociones fuertes. Zafarrancho hasta el final, con todo el arsenal arriba, casi sin defensas. Pero la locura da para lo que da. Mucho corazón, poca cabeza. Un punto. El resbalón fue menor, pero fue un resbalón. Otro seguido.
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