Un imposible... y el mejor

Imposible. Ahora mismo, es imposible. Habrá que ver dentro de unos años si este proyecto del Betis puede pelear de verdad, al menos en un partido, con el todopoderoso Barcelona. Que no fuera la suerte de un día. Que el Betis pudiera aguantar, y ganar, de tú a tú todo el partido, no 45 minutos. Que el bético se fuera a su casa contento por las ganas de los suyos, pero también con un triunfo. Porque, ahora mismo, ganar al Barcelona es imposible. Cuando Messi se retire, será posible.

Y lo es, sobre todo, porque son buenísimos, no solo Messi, el mejor de todos. Muy caros, también, pero buenísimos. Y no perdonan un error. Además, con Ernesto Valverde son una máquina de hacer goles, pero también una máquina de defender. Y por mucho que tú pongas, el Betis en este caso, la diferencia es abismal.
Esa diferencia no fue tanta en la primera parte, en la que el Betis estuvo bastante bien. Sin crear mucho peligro, pero vivió con tranquilidad. Setién decidió cambiar su estilo pero no su forma de jugar. Tres centrales, dos carrileros, Joaquín por dentro y Tello y Sergio león arriba. El juego estaba claro: marcaje hombre a hombre, como ya había avisado en un entrenamiento durante la semana. Y el inicio fue muy bueno, la pelota fue del Betis y también el peligro. Resultaba extraño ver a este Barça correr detrás de los jugadores del Betis, pero es lo que tiene ese amor por el balón. Ellos mismos lo saben.
Eso sí, cada vez que Messi decidía correr y recoger la pelota, el Villamarín dudaba si pitar o callar. Luego pitaron, algunos, aunque por dentro le doliera, disfrutaron. Todos podremos decir a nuestros nietos que vimos a esta maravilla jugar alguna vez.
Con Guardado como perro de presa y Feddal en la ayuda, Messi fue eléctrico como siempre, pero no tan decisivo. Por un día, Adán estaba tranquilo, hasta que apareció. Él. Esa segunda parte del argentino fue espectacular.
Fabián volvió a sacar buena nota cuando el Betis era el dueño y también en la resta. Porque quitarle el balón al Barça mucho tiempo es imposible. La defensa de tres centrales y muchísimas ayudas funcionó en la primera parte a la perfección, con un par de acercamientos peligrosos de Messi y Sergi Roberto.

La tormenta

Pero era imposible que los béticos pudieron gozar otra semana más, tan seguida. En un visto y no visto, el partido se acabó. Golpe a golpe, con Messi de maestro de ceremonias. Primero fue Rakitic, que no falló ante Adán en el primer error grosero de la defensa del Betis. Y luego apareció Messi para poner el 0-2. Fin de la historia.
Luis Suárez se apuntó a la fiesta azulgrana y Messi repitió, y Suárez, ya con muchos béticos fuera de sus asientos. La afición estuvo de diez en todo momento, pero algunos tiraron la toalla con este crack. Y los quedaron le dieron un aplauso tras una jugada memorable de Messi, con caño incluido. Aunque fuera del rival.
La goleada duele, porque duele, y el que diga lo contrario, miente. Y es otra manita. Y muchos goles en contra. Este Betis, para ser grande, para hacer disfrutar más a su gente, necesita otro salto. Otro gran salto. Pero mientras que exista Messi...
 
 

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