Fue una primera parte mágica, ese fútbol que el bético sueña de su equipo. Un castillo sólido, encantado, pero se cayó de repente. Y otra vez con goleada. Otros cinco goles encajados. Una fiesta que se tornó en pesadilla. Pero eso sí, dirá el bético, fue bonito mientras duró.
Y duró una parte, mucho o poco según se mire. Poco para ganar a un equipazo como el Real Madrid, que sufrió hasta que se cabreó. Y ganó. Por méritos propios y deméritos del Betis, que todo hay que decirlo. Lo bueno y lo malo, hubo de todo, mucho de ambos.
No valió el repaso del Betis al actual campeón de Liga en la primera parte. Como se dice por estas tierras, fue menúo. Y ahí tuvo gran mérito Setién, aunque después su plan, por no cambiar, se fue al garete. Ni el gol de Asensio fue capaz de hundir al Betis, que se rehízo con un fútbol de mucho nivel, ayudado también por la inoperancia defensiva de Ronaldo, Bale y alguno más.
Joaquín y Boudebouz entrelíneas fueron dos martillones pilones pero con mucho fútbol en sus botas. Cada balón que tocaban era peligro, cada centro, medio gol. Mandi avisó con un cabezazo que se marchó por poco, como Loren, que le daba igual tener enfrente a Sergio Ramos o Keylor Navas. Cómo huele el gol el marbellí ya es digno de estudio.
Y tras un paradón de Keylor Navas a Joaquín, en una falta que no fue perfecta por eso mismo, por el paradón del portero del Real Madrid, llegó la remontada bética. Joaquín sacó de la chistera otro centro mágico y Mandi remató a gol de cabeza. Un alegrón que se quedó corto poco después. Una excelente jugada de tiralíneas que llegó a Joaquín y el portuense vio solo a Junior. El dominicano, la gran apuesta de Setién en las últimas semanas, tiró como pudo, con la fortuna de que el rechace chocó en los pies de Nacho y el balón entró.
El Villamarín empezó a volar aunque aún quedaba mucho tiempo por delante. Pero su Betis es otro, ahora sí le da alegrías y si está por la labor, compite ante cualquiera. Y con canteranos sobre el césped, para subrayar toda ese gran trabajo de Lorenzo Serra Ferrer durante el verano y el invierno.
Pero todo cambió tras el descanso. Todo porque Setién empezó a no ver el cansancio de su gente, sobre todo Joaquín. Y porque el Madrid se dejó de tonterías y apretó de verdad. En un visto y no visto ya iba por delante, con un cabezazo de Sergio Ramos y otro gol de Asensio tras un jugadón de Carvajal. Al bético quizás le dolió más la celebración con Ceballos que el propio gol. Cristiano, que no quería faltar a la fiesta, metió el cuarto. Del todo a la nada en pocos minutos.
Y Setién seguía sin mover el banquillo, dando gracias al rival de aflojar el pistón, porque si no la goleada hubiera sido histórica. Reventados en el medio y sin chispa en las bandas, el Betis se dedicó a tocar pero ahora a menor velocidad, porque aunque Setién no lo observe, el jugador se cansa.
El Betis se cansó y su fútbol es diferente, endeble, camino de la derrota. De una primera parte de ensueño a otra desilusión. Que sí, que el Betis jugo muy bien, pero otra vez murió cuando un gran rival le apretó de verdad. El último aliento le dio para soñar, con un gran centro de Junior que remató a gol Sergio León. Pero ya era demasiado tarde. Benzema remató la faena y volvió a enseñar otra mano. Otra vez cinco goles. Quien vea el vaso medio lleno, estará feliz. Pero el vaso está como está. Fue bonito mientras duró.
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