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El amor al Betis también existe al otro lado del charco

Betis Futebol Clube
Álvaro Borrego

Es cierto que traspasa fronteras. Que te agarra y no puedes escapar. También es cierto que supone mucho más que un sentimiento, un escudo o una bandera. Que su amor se profesa desde cualquier parte del mundo. Que no importa la distancia, tampoco las derrotas y mucho menos los obstáculos que se interpongan en el camino. Y es que el Betis no es de Sevilla. Tampoco de los sevillanos, ni siquiera de los béticos.

El Real Betis nace donde quiere. En Heliópolis germinó su esencia, más tarde propagada por todas las partes del mundo. Desde las orillas del río hasta Brasil, con escala en Valladolid. Muchos aficionados verdiblancos desconocen que existe Betis más allá de las fronteras. A las afueras del continente. En la otra punta del mundo.

Y es que apenas restan unos meses para que cumpla dos décadas el Real Betis del otro lado del charco. Ese no es otro que el Betis Futebol Clube. Una entidad que nació el día de la hispanidad, cómo no, un 12 de octubre de 1999. Su residencia, al sur de Brasil, en el municipio brasileño de Caxias do Sul, en el estado de Río Grande del Sur.

Denilson de Oliveira en su etapa como jugador del Betis.

"Uno de los hermanos fue un gran fan del Real Betis, gracias a la pasión que sentía la afición verdiblanca por el juego del gran Denilson de Oliveira, jugador del Betis a finales de los 90 y principios del siglo XXI. Por ello homenajeó al club español con su nombre", relataba hace unos años su director deportivo para Manquepierda.

La entidad fue fundada por dos ex futbolistas profesionales. Su inspiración, la larga relación que guardaba el Betis con los brasileños, con Denilson como máximo exponente, además de otros como Edu, Oliveira o Assunçao, aunque estos últimos llegaron más tarde. El objetivo, lo más importante, apartar a los más jóvenes de la exposición de los problemas sociales y las drogas.

Como todo lo que rodea al Betis, este equipo es diferente. Su principal objetivo, combatir la exclusión social, luchar contra las drogas y sacar a niños de la calle

Betis Futebol Clube

Este equipo brasileño, como el Betis, es diferente. Atesora los colores verdiblancos y se está convirtiendo en un referente en cantera dentro del país. No obstante aquí poco importa la élite, los títulos o los grandes éxitos. Su principal premisa es la de sacar niños de la calle. Atienden a más de 300 personas por año, con pocos recursos más allá del patrocinio de una frutería, con el único objetivo de cambiar sus vidas con el fútbol.

Una entidad que sueña con potenciar jugadores para que puedan brillar en Heliópolis o jugar algún día un partido con el Real Betis, aunque jamás se habían puesto en contacto.

Más de 7.500 kilómetros separan Sevilla de Brasil. Un mundo que divide costumbres, religiones o tradiciones pero donde hay una cosa que no cambia. La cultura del amor. La que se profesa a las trece barras. Similares valores y orígenes dispares pero con una misma pasión: la de disfrutar de una pelota abanderando los colores verdiblancos.

Y es que ya lo dijo el poeta. Te necesitan para probar las alegrías y los llantos. Que necesitan disfrutar de tus colores verdiblancos y la alegría de su gente, la que llena aquel campo. Donde hay que morir, gritando y animando. Dejándose la piel, la voz y las manos. Gritando para que oiga y sienta, hasta el más sordo de los humanos, en Brasil o en Valladolid, un Viva el Betis Manquepierda.

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