El pasado 30 de enero el Espanyol visitó el Villamarín en la vuelta de los cuartos de la Copa y se encontró con la ilusión de la hinchada bética por superar la ronda, pero este lunes el decorado es bien distinto, con los seguidores descontentos por lo que han visto desde entonces.
El Betis, que llegaba a la anterior cita con un 1-1 de la ida, superó, no sin dificultades al tener que disputarse una prórroga, al Espanyol por 3-1 y se plantó en unas semifinales que le emparejaron con el Valencia.
Desde entonces, el equipo sevillano cayó en el torneo copero ante el valenciano, lo que supuso una gran decepción al disputarse la final de esta edición en el Villamarín, pero después también fue apeado en dieciseisavos de la Liga Europa por el Rennes francés y en LaLiga no ha sido regular, hasta el punto de que peligra mucho el objetivo de volver al torneo continental.
Tres meses después, el equipo perico y el verdiblanco tienen otro partido importante, como aquel del 30 de enero, aunque éste al llegar ambos con 43 puntos en LaLiga y con la necesidad de ganar para engancharse a la pelea europea.
El cambio radical ahora lo da el Betis, con Quique Setién cuestionado por un gran sector de los béticos, lo que incluso hizo que los dirigentes tuvieran que salir al paso y ratificarlo en el cargo públicamente el pasado viernes tras la derrota de la pasada semana en Valencia ante el Levante (4-0).
Con todo, el nuevo partido en el Villamarín viene rodeado de mal ambiente, con menos público de lo habitual y con diversos colectivos de aficionados que han manifestado sus protestas, algunos quedándose fuera del estadio para el comienzo del choque.