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El hilo común de Adrián, Joel y Esnaola: los tres penaltis que cambiaron su vida

Adrián San Miguel y Joel Robles en la famosa tanda de penaltis.
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En mayor o menor medida, el Real Betis ha encontrado la ansiada estabilidad en la portería. Joel Robles está dando continuidad al trabajo de Pau López y Antonio Adán en los últimos años, que han devuelto la 'fiabilidad' al marco del Benito Villamarín. Algo impensable un lustro atrás y que sólo se vislumbraba desde que emergió Adrián San Miguel.

Ahora Joel Robles ha encontrado la confianza de Rubi tras la marcha de Pau López a la Roma. No obstante ese rol podría haberlo obtenido Adrián San Miguel, que estuvo a un paso de volver al Real Betis en verano. El arquero se ofreció a la entidad y tras la negativa de esta, pasó de entrenar en solitario en Pilas... a rechazar una reunión con el Valladolid y convertirse en estrella del Liverpool.

El cuerpo a cuerpo de Adrián San Miguel con Joel

Este no es más que el último capítulo con un punto común entre Adrián y Joel. De hecho la vida del que pudo ser portero del Betis este curso se puede definir en tres penaltis. El primero lo tuvo el día de su debut, cuando intentó pararle una pena máxima, casualidades del destino, a Joaquín Sánchez (en el Málaga). No lo logró.

Sí lo haría tiempo más tarde, ya en el West Ham. Precisamente ahí sería protagonista también Joel Robles. Fue en un partido de tercera ronda de la FA Cup. Tras haber empatado a dos en el tiempo reglamentario contra el Everton, se llegó a la muerte súbita. El empate no se desequilibró y le llegó el turno a los porteros.

Adrián San Miguel, tras pararle el penalti a Joel.

Ahí, en ese cuerpo a cuerpo, Joel Robles no pudo con la presión. Algo que sí logró lidiar Adrián San Miguel. Como un auténtico especialista, esperó a que el portero se venciera hacia un lado y lanzó al otro. El segundo penalti que marcó su vida no tuvo que pararlo, sino que marcarlo. Una actuación que le erigió como héroe 'hummer'. El tercero es historia, dándole la Supercopa de Europa al Liverpool.

Sin embargo, fue aquella pena máxima la que estableció el primer punto común entre Adrián y Joel Robles. El segundo, su pasión por el beticismo. Un Adrián que emularía a Esnaola, aún recordado por su heroicidad marcando, y parando, enuna tanda desde los once metros.

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