Sevilla, 8 nov (EFE).- El entrenador del Betis, Joan Francesc Ferrer 'Rubi', y el del Sevilla, Julen Lopetegui, pese a que ya han vivido partidos de máxima rivalidad en sus respectivas trayectorias, sabrán en la noche del domingo que ninguno significa y se vive como el muy especial de la capital sevillana, en el que ambos se estrenan. ,El Betis-Sevilla o Sevilla-Betis, que tanto monta, no es más ni menos que otros, ni mejor ni peor, sino sencillamente distinto porque es la doble cita anual de un
Sevilla, 8 nov .- El entrenador del Betis, Joan Francesc Ferrer 'Rubi', y el del Sevilla, Julen Lopetegui, pese a que ya han vivido partidos de máxima rivalidad en sus respectivas trayectorias, sabrán en la noche del domingo que ninguno significa y se vive como el muy especial de la capital sevillana, en el que ambos se estrenan.
El Betis-Sevilla o Sevilla-Betis, que tanto monta, no es más ni menos que otros, ni mejor ni peor, sino sencillamente distinto porque es la doble cita anual de una ciudad polarizada que vive este partido de una manera pasional, que en el bando ganador se alimenta de él hasta la próxima cita y en el perdedor, se rumia.
Tanto Rubi, en su etapa en el Levante (2015-2016) y en el Espanyol (2018-2019) con Valencia y Barcelona, respectivamente; como Lopetegui, en su paso por el Real Madrid la pasada temporada, con el Atlético de Madrid, saben de partidos de máxima rivalidad, aunque ninguno con el cainismo del sevillano.
Pese a que ambos han vivido rivalidades, ninguna alcanza ni por asomo la pasión con la que estos clásicos se viven en Sevilla, a la altura de otros como el Boca-River argentino, el Celtic-Rangers de Escocia, el Flamengo-Corinthians brasileño o el Lazio-Roma o Milan-Juve italianos.
El entrenador del Betis ya conoce de rivalidades por los cuatro meses en los que dirigió al Sporting de Gijón, aunque no llegó a enfrentarse al Oviedo; y las temporadas que estuvo al frente del Levante, cuando fue derrotado por el Valencia del portugués Nuno Espiritu Santo y venció al del inglés Gary Neville; y el Espanyol.
La pasada temporada al frente del cuadro perico, el entrenador barcelonés fue derrotado en los dos partidos que jugó contra el Barcelona, el primero de ellos en el RCDE Stadium por 0-4 y el segundo en el Camp Nou por 2-0.
Pronto, sin embargo, el de Vilasar de Mar percibió en Sevilla que el beticismo era una religión, un culto que tiene en los dos partidos ante el Sevilla los puntos culminantes de la temporada, ya que son mucho más que tres puntos los que se juegan en estos lances, la honrilla y el soportar al vecino hasta la segunda vuelta.
Después de superar un difícil encrucijada, en la que incluso se llegó a cuestionar su continuidad en el banquillo bético, Rubi llega al partido de la máxima rivalidad después de haber superado dos bolas de partido ante el Celta, al que ganó sobre la bocina con un gol de Nabil Fekir (2-1); y el Real Madrid, con el que empató a cero en el Santiago Bernabéu.
En el lado sevillista, Julen Lopetegui sabe de máximas rivalidades por su experiencia como portero del Real Madrid (1989-1991) y Barcelona (1994-1997); y por su efímero paso por el banquillo del Santiago Bernabéu tras su cese como seleccionador nacional.
En los catorce partidos en los que dirigió al Real Madrid, la experiencia del técnico vasco en los derbis no fue buena, ya que se estrenó con un doloroso fiasco ante los de Diego Pablo Simeone con un 2-4 en la final de la Supercopa de Europa y un mes después, con un empate a cero en Liga en el Bernabéu.
Pese a que el manual de los entrenadores marca que lo importante es el próximo partido, el que esta vez sí es el próximo está marcado en rojo en las agendas de los técnicos desde que sale el calendario, como en la de los dirigentes y aficionados de un ciudad que no se entendería sin la escisión radical de sevillistas y béticos.
A los dos entrenadores se lo han dicho desde que llegaron y no paran de repetírselo en la calle y donde sea, pero ellos no lo sabrán hasta que en la tarde del domingo la ciudad empiece a rugir de manera diferente desde Nervión, feudo de los sevillistas, a Heliópolis, el territorio bético.