El estadio Benito Villamarín cumplió el pasado mes de marzo 90 años. Toda una vida. La de un escenario que se transforma en cada partido en el santuario de los béticos y que ha vivido un sinfín de acontecimientos y transformaciones. Una historia ligada al Betis, que se convirtió en su morador desde el año 1939, si bien pudo hacerlo algunos años antes. Repasamos, con la ayuda del área de historia del club, su evolución.
Los primeros años del Betis discurrieron en otros campos en un fútbol incipiente de primeros del siglo XX. Primero fue en el Huerto de la Mariana (1907-1909), luego en el Prado de Santa Justa (1909-1911), para seguir en el Prado de San Sebastián (1911-1918) y el Patronato Obrero (1918-1936). Precisamente ahí, en el actual barrio de El Porvenir, el Betis conquistó la Liga de 1935.
Ese crecimiento de un Betis campeón, que quería mantener a sus figuras, requería unas instalaciones donde pudiera recaudar más ingresos que en el campo en el que jugaba. Buscaba un estadio más grande y ahí se empezó a barruntar la historia del Benito Villamarín.
Ya en el año 1936 se produjo la primera vinculación entre el Betis y el entonces denominado Stadium Exposición, actual Benito Villamarín. Un contrato de arrendamiento firmado el 16 de julio de 1936 unía al club verdiblanco con el estadio por diez años inicialmente. Se comprometía a pagar unos 9.000 pesetas anuales y a ir mejorando su acondicionamiento. La rúbrica fue dos días antes de que estallara la Guerra Civil, lo que propició que todo quedase en suspenso.
Claro que los primeros años del estadio corrieron sin el Betis. El Stadium Exposición fue inaugurado el 17 de marzo de 1929 con un partido amistoso que midió a España con Portugal. La idea de su creación estuvo relacionada con la muestra Iberoamericana que Sevilla celebró en el año 1929. Tras varias ideas previas y posibilidades de ubicación, Heliópolis fue el lugar elegido.
Con un aforo para 14.000 espectadores, el Betis firmó el contrato de arrendamiento que le unió al estadio dos días antes de que estallase la Guerra Civil. Durante ese período el campo fue tomado por el mando militar, que utilizó el campo como acuartelamiento con un picadero para los caballos y almacén. Una situación que dejó fotos muy llamativas, con un muro físico incluido que atravesaba el campo. Todo eso deterioró las instalaciones deportivas.
Acabada la guerra y tras ser rehabilitado, el Betis disputó su primer partido en el ya denominado Heliópolis el 12 de marzo de 1939. El conjunto bético se impuso al Sevilla por 1-0 en el Campeonato de Andalucía. Era el primer hito de una larga unión de lo que se fue convirtiendo en un símbolo de la historia de la entidad heliopolitana. En los primeros años, el club invirtió gran parte de sus recursos en el estadio para ir acomodándolo a las necesidades deportivas.
El fútbol de entonces quedaba muy alejado de los cánones actuales en cuanto a las infraestructuras. Eran años complicados de posguerra en los que el deporte, y la sociedad, trataba de retomar el pulso a la normalidad. El estadio de Heliópolis vivió su primera gran transformación con la grada del Gol Norte, tras el ascenso a Segunda División en la campaña 53/54. Hasta entonces la ubicación de los aficionados detrás de las porterías era muy distinta.
La nueva grada, con el levantamiento de una tribuna, daba cabida a 5.000 espectadores y fue inaugurada el 5 de septiembre de 1954. Fue en un partido que sirvió de homenaje a Patrick O'Connell, el entrenador con el que el Betis había ganado la Liga de 1935. Los verdiblancos se enfrentaron a la selección andaluza.
Cuatro años después le llegó el turno al Gol Sur, que también dio cabida a otros 5.000 espectadores con la construcción de una nueva grada. En esta ocasión el impulso para la obra fue el ascenso del Betis a Primera. De esta forma el 14 de septiembre de 1958, en el primer partido liguero de la temporada que fue ante el Granada, se estrenaba esta nueva grada, al tiempo que se producía el acondicionamiento de la tribuna de Preferencia.
Se cerraban casi todos los huecos por lo que, por primera vez, casi se podía observar un perímetro completo del estadio. El feudo de Heliópolis, que incluso contaba con pequeños palquitos con unas sillas enea, cada vez iba adquiriendo una imagen más acorde a los tiempos.
El crecimiento del Betis con los dos ascensos señalados en los años 50 exigía las mejoras del estadio de Heliópolis, al que demandaban asistir cada vez más aficionados béticos. El club verdiblanco aún era arrendatario de la instalación. Una última reforma cerró la década. Fue el 6 de junio de 1959, en un Betis-Sporting de Lisboa, y se inauguraba la primera iluminación eléctrica en el estadio.
El entonces presidente Benito Villamarín apostó con fuerza por el crecimiento del club y de ahí esas mejoras del estadio de Heliópolis, que viviría su siguiente gran hito en el año 1961, con la adquisición por parte del Betis del campo en propiedad.