Su llamativo fichaje, allá por el mes de julio, supuso una gran sorpresa en el mundo del fútbol veraniego. Aunque no se puede obviar que desprendía cierto aire de duda y de incógnita. El Real Betis, que debía buscar un sustituto de garantías por si Lo Celso acababa marchándose, apostó fuerte por él como bandera de un proyecto que había que levantar y vestir para que siguiera caminando firme tras recibir un par de golpes secos. Hablamos, cómo no, de Nabil Fekir. Y en ElDesmarque vamos a tratar de analizar su rendimiento en sus primeros meses en Heliópolis.
Ese aire cargado de duda con el que llegó el francés a Sevilla se mantuvo durante algún tiempo. Su físico poco estilizado y el pobre bagaje del equipo provocaron que hubiera críticas a un jugador superlativo al que muy pronto se le empezaba a comparar con el futbolista al que venía a ‘sustituir’. Y salía perdiendo, claro. Sin embargo, ya había dejado dos goles y muchos detalles de calidad en las primeras cinco jornadas del campeonato.
Los números son fríos, pero también hay que contemplarlos en un análisis. De hecho, es la traducción más significativa de todo lo que se trabaja, se intenta o se pretende sobre el césped. Fekir, hasta el parón, ha hecho siete goles y ha participado, de manera directa, en otros seis. Ha provocado hasta seis penaltis y ha liderado durante muchas fases de la temporada las clasificaciones de máximo regateador y la de jugador que más faltas recibe de LaLiga. Pero, adentrémonos en su influencia en el juego.
"Nabil es un jugador estratosférico. Asiste, marca y hasta te salta de cabeza". Son palabras del propio Rubi tras una de las muchas actuaciones brillantes que ha dejado a lo largo de lo que llevamos de curso. Su calidad le permite desequilibrar un partido en una jugada. Esto es algo que sus rivales saben. Infunde miedo y eso repercute en una atracción de oponentes de la que pueden aprovecharse sus compañeros.
Si se lo propone, Fekir puede resultar indetectable para el rival. Parece un punto contradictorio al anterior, pero ahí está el talento también. Ser inteligente para no encontrarse con tres o cuatro rivales. Sabe dónde está el espacio libre, dónde puede recibir el balón en ventaja y dónde hacer daño.
Además de generar juego y espacios, el de Lyon también ha demostrado saber centrar como el mejor de los extremos. Caído en alguno de los dos costados (el pico del área podemos considerarlo como una de sus zonas de influencia más importantes) ha regalado varias asistencias.
Si hay algún aspecto que no ha pasado desapercibido para nadie es el técnico. El francés posee un catálogo infinito de recursos para driblar, conducir o golpear. Para salir airoso de una presión o para proteger la pelota con el objetivo de pausar el juego. El regate a Militao (que pueden ver aquí abajo) es un excelente ejemplo de ello.
Lo cierto es que, entre unas cosas y otras, Fekir ha sido un jugador, en líneas generales, de altos y bajos. Ha pasado por momentos estelares y por momentos grises. Y en ello ha tenido mucho que ver el rendimiento del Betis como bloque.
El Camp Nou fue el lugar de su estreno como goleador. Un escaparate ideal. Después llegarían seguidos un gol contra el Leganés y un penalti provocado frente al Getafe en dos buenas actuaciones. Pero también unos problemas musculares.
El gol de un agónico triunfo ante el Celta significó otro momento importante, que culminaría con una exhibición en Mallorca cuatro jornadas después. De nuevo los problemas musculares y una sanción por acumulación de tarjetas.
Y, por último, Ipurúa. Allí hizo un golazo e inició una serie de partidos notables entre los que destacan las visitas del Barça y del Real Madrid al Villamarín. Hasta que se paró LaLiga Santander.
Puede transmitir sensación de dejadez, de frialdad, pero Nabil es un jugador con carácter. Es un ganador. Y como tal, no acepta bien tener que asumir que estás perdiendo más de lo que te gustaría. Algo que le ha llevado a protestar, en más de una ocasión y con vehemencia, al árbitro cualquier decisión. En 27 jornadas ya se ha perdido un partido por acumulación de amarillas y otro por expulsión.
Otro elemento importante en este sentido es el exagerado uso de los brazos que hace para proteger un balón o salir ganador de un duelo.
En resumen: para valorar la primera temporada de Fekir en el Betis (a la que aún le faltan 11 partidos) habrá que esperar y tener en cuenta el contexto y todos estos aspectos desarrollados anteriormente. No sólo de números vive el futbolista. Al menos no debería. Detrás hay elementos muy interesantes a tener en cuenta y que pueden pasar ocultos para el gran público. Lo que es seguro es que el club verdiblanco cuenta en sus filas con un jugador maravilloso, con una edad para seguir mejorando y con un techo aún por alcanzar. Y, por cierto, al que una maldita lesión le puso ese techo. Antes ni siquiera lo tenía.