El entrenador del Betis, Joan Francesc Ferrer 'Rubi', cree en su idea por encima de toda vicisitud y cuando afirma que en los once partidos que restan para el fin de la Liga pueden darse "resultados sorprendentes", tiene en mente los 33 difíciles puntos con los que cuenta para lograr, como el pasado año con el Espanyol, la clasificación europea.
Rubi ya dirige los entrenamientos verdiblancos desde este domingo con las ausencias del portero Joel Robles, positivo en los controles por coronavirus aunque asintomático; el delantero Juanmi Jiménez y el lateral Alfonso Pedraza, que dieron negativo en las pruebas PCR de la Covid-19 pero con anticuerpos del virus.
El Betis de Rubi entra desde este lunes en el día a día para alcanzar, en las circunstancias anómalas derivadas de las estrictas medidas sanitarias, la velocidad de crucero y el punto físico óptimo para afrontar con garantías y solvencia lo que le resta de competición.
Son once partidos en los que el conjunto verdiblanco buscará acercarse a los puestos europeos de los que actualmente se encuentra a doce puntos con los treinta y tres que reinan en su casillero en duodécima posición, aunque también deberá tener en cuenta los ocho que lo separan de las plazas de descenso marcadas por el Mallorca.
Con el antecedente de la clasificación europea del Espanyol la pasada temporada, Rubi sabe lo que es aguantar y salvar en más de una ocasión la bola de partido de su destitución, como cuando lo hizo en el pasado ejercicio al sumar cuatro de 33 puntos posibles en el inicio de 2019 y lograr, pese a la delicada situación en la que se encontraba, clasificar a los pericos para la Liga Europa doce años después.
En el Betis, el de Vilasar de Mar no ha logrado la necesaria regularidad de juego y resultados para cumplir los objetivos de llegar lejos en la Copa del Rey -fue apeado en enero en dieciseisavos de final por el Rayo Vallecano- ni de estar colocado en puestos preeminentes para optar a puestos europeos en el acelerón final de la competición.
El triunfo liguero ante el Real Madrid (2-1) el 8 de marzo no pudo tener continuidad en puntos y en moral en el siguiente que figuraba en el calendario, el derbi ante el eterno rival en el Sánchez Pizjuán, por la suspensión de la competición por la pandemia de coronavirus que truncó la competición.
La vuelta, sin embargo, estará marcada por circunstancias lógicamente inéditas en los profesionales del fútbol que, confinados en sus domicilios durante casi dos meses, habrán de hacer frente a partidos en los que se juegan lo mismo con físicos mediatizados y circunstancias nada desdeñables como las de jugar sin público.
Todo ello es manejado por Rubi como dijo el pasado abril en los medios del club, a los que comentó, entre otros asuntos, que era consciente de que se abría una "liga nueva" de once partidos en la que podrían darse "resultados sorprendentes" y en la que "a lo mejor hay equipos que en tres semanas te hacen doce de quince (puntos) y aparecen en zonas donde no se esperaba".
Factores económicos derivados de las medidas de los clubes para capear los efectos de la pandemia, otros físicos resultado del confinamiento, aspectos como los métodos de entrenamiento para coger la forma en apenas un mes, la compresión del calendario liguero y otros psíquicos de variada índole son los que van a marcar la recta final liguera.
De la forma en cómo unos y otros afronten circunstancias inéditas en todas sus carreras, dependerá y mucho en la consecución de los objetivos y de que éstos respondan o no lo hagan a las trayectorias anteriores o aparezcan las sorpresas a las que aludió Rubi.
Una vez se dé el pistoletazo de salida a la reanudación de la competición en el Sánchez Pizjuán, el Betis se jugará sus opciones fuera de casa ante el Athlétic de Bilbao, Levante, Celta, Atlético de Madrid y Valladolid en el partido que cerrará la Liga; y en el Benito Villamarín, frente a Granada, Espanyol, Villarreal, Osasuna y Alavés: los 33.