La debacle del Real Betis en su noche aciaga en San Mamés ante el Athlétic de Bilbao (4-0), una Otumba en verdiblanco, ha hecho que todas las alarmas se enciendan con un equipo desarbolado, deambulante y sin pulso al que su entrenador, el chileno Manuel Pellegrini, considera que hay que darle la vuelta con una "autocrítica fuerte", un zarandeo, un desfibrilador que lo reviva.
Un enésimo cambio de registro, un nuevo paradigma de juego es lo que el técnico de Santiago de Chile, elocuentemente abatido en su banquillo cuando la caída estrepitosa de los suyos ya era un hecho, ha reclamado tras el derrumbe de un conjunto que ya es el más goleado de la Primera División con 21 tantos en contra, dos más que el colista, el Celta.
El "desastre" de San Mamés, en definición del capitán bético, Joaquín Sánchez, ha sacado a relucir los males de fondo de una plantilla que se las prometía muy felices cuando en las dos primeras jornadas ligueras ante Alavés y Valladolid había dejado la portería a cero y parecía prometer una nueva era tras los sesenta goles encajados la pasada temporada.
Encaramado en los puestos altos de la tabla, el equipo de Pellegrini repetía como una letanía el lugar común de que la clave era "la portería cero" como clave, también en la misma línea del lugar común, "de armar un bloque equilibrado entre líneas, con presión alta, coberturas en todo el campo y eficacia arriba" como remate de todo.
Sin embargo, las carencias de pasadas temporadas aparecieron pronto y el primer aviso serio de unas estructuras dañadas fue la noche de Getafe, en la que, además de una imagen muy parecida a la de San Mamés, el Betis encajó un 3-0 que supuso el primer toque de atención de que todo no estaba tan bien.
Aunque los verdiblancos parecieron recuperarse en Valencia al ganar 0-2 en Mestalla, pronto aparecieron las mismas grietas ante la Real Sociedad (0-3) y el Atlético de Madrid (2-0) y, con un nuevo oasis frente al Elche (3-1), los dos últimos partidos se han saldado con nueve goles en contra, cinco contra el Barcelona (5-2) y los cuatro de anoche.
Aunque ha habido de todo, polémicas arbitrales y con el VAR incluidas, la realidad de los números es incontrovertible y sitúa al Betis en una situación delicada, más por lo que transmite que por sus números en la que su entrenador pide "una autocrítica fuerte, empezando por el cuerpo técnico" para solucionar "la sangría defensiva" de su equipo.
"No sé si con nombres o con el sistema, pero hay que hincar el diente en ese aspecto. No se pueden conceder tantos goles", consideró el entrenador de Santiago, quien apuntó que deberán "enfocarse en ese problema" defensivo porque si no "es muy difícil ser competitivo".
El Betis, duodécimo clasificado con doce puntos, es el equipo de Primera con más derrotas, seis en diez partidos en los que no ha empatado ninguno y conseguido cuatro victorias, el único bálsamo posible en una situación que ya se ha convertido en frágil en los primeros compases del proyecto de Pellegrini y el nuevo director general deportivo verdiblanco, Antonio Cordón.
Aunque en la noche aciaga de San Mamés pesó, y mucho, la ausencia del alma de este equipo, el lesionado Sergio Canales, y la del internacional francés Nabil Fekir, lo cierto es que con ellos ya se habían detectado las fallas que anoche salieron a relucir todas juntas, incluidas algunas ajenas al juego aunque elocuentes.
Llama la atención, además, que ningún peso pesado de la plantilla bética, hasta que pasados muchos minutos lo hicieron Joaquín y Pellegrini, explicaran las claves de la noche negra de los verdiblancos, y que tuviera que hacerlo el mexicano Diego Lainez, quien apenas jugó veinte minutos: y es que el desfibrilador parece que debe ir más allá del césped.