El Betis del chileno Manuel Pellegrini prosigue a lo suyo en busca de la tan ansiada regularidad y estabilidad deportiva mientras en lo institucional se está produciendo un movimiento de placas tectónicas en forma de alianzas accionariales que pretende cambiar la gestión de la entidad verdiblanca, dos aparentes líneas paralelas, ésas que no se llegan a tocar nunca y que en el fútbol, por definición, no existen.
En el fútbol todo influye, nada es concebible en la placidez bucólica del aislamiento, lo que pasa en las oficinas se traduce en la hierba y viceversa y, en términos geométricos, estas dos realidades, más que paralelas, son secantes o tangentes en uno o varios puntos, no son interpretables la una sin la otra, se influyen mutuamente y mucho.
Cuando el equipo verdiblanco le había ganado al Osasuna en Pamplona (0-2) y parecía que cierta tranquilidad había vuelto a su seno en vísperas de recibir al Villarreal, han rebrotado con fuerza en el seno de la entidad las divisiones y las incertidumbres con la irrupción pública del grupo 'Es posible otro Betis' a once días de su junta general de accionistas.
Las salidas abruptas y sucesivas del banquillo del Villamarín de Quique Setién, en mayo de 2019, y de la vicepresidencia deportiva de Lorenzo Serra Ferrer, un mes más tarde, están en el origen de resurgimiento en Heliópolis de las banderías que parecían enterradas del todo tras las convulsiones del proceso del concurso de acreedores y la etapa de Manuel Ruiz de Lopera.
Lorenzo Serra, cuya destitución fue acompañada de siete folios explicativos de sus carencias y fallos, según se dijo en su día, es hoy la cara visible del proyecto opositor al binomio dirigente del club formado por Ángel Haro y José Miguel López Catalán en el que se encuentran accionistas de referencia como Joaquín Caro Ledesma, Francisco Galera o Rafael Salas, entre otros.
Es la pelotita, el que entre, la que marca siempre el rumbo y en el Betis no ha entrado con la frecuencia debida y deseada desde las convulsiones de mediados de 2019 con proyecto fallidos como el de Joan Francesc Ferrer 'Rubi' y una gestión deportiva de la que, pese a haberlo desmentido en todo momento, se ha responsabilizado a José Miguel López Catalán.
La llegada de Manuel Pellegrini al banquillo verdiblanco para los próximos tres años, junto a la de Antonio Cordón a la dirección deportiva de la entidad, pareció haber calmado las aguas en el club, aunque el socavón de juego y resultados hasta el día de Osasuna hizo que rebrotaran inquietudes y muchas cuentas pendientes del pasado en vísperas de la junta de accionistas.
A ello ha contribuido también la profunda crisis económica de la entidad, derivada de la pandemia y de la no consecución de los resultados planteados sobre el papel en lo deportivo, a la que ha hecho especial referencia Francisco Galera, hijo del fallecido expresidente bético Hugo Galera y uno de los impulsores de 'Es posible otro Betis'.
Las fuerzas parecen igualadas, aunque con una ligera ventaja a favor del actual equipo directivo, y las posiciones hasta este momento se han limitado, como reza el título de la plataforma, a pronunciamientos generalistas, unos con mayor carga en los juicios que otros, sobre la posibilidad de otro Betis en lo deportivo y lo económico.
En lo deportivo, todos coinciden en la mala marcha del equipo y la necesidad perentoria de un cambio de rumbo que debería ser pilotado por el balear, aunque éste se ha autodescartado para ser presidente en un eventual cambio en la cúpula bética y sí se ha ofrecido, aunque de manera genérica, a aportar su experiencia y conocimientos.
Más claro, sin embargo, ha sido en materia de dineros el accionista Francisco Galera, quien detalló a ABC de Sevilla una situación en la que "si la ruina económica se consuma y no se pueden vender los activos necesarios o conseguir liquidez, se planteará una ampliación de capital, que podría saltar al final de la temporada".
"Hay un déficit de 33 millones de euros. Vamos a poner que algo se logra recortar, la mitad, y nos podemos quedar en 15 millones de deuda, y el Betis no tiene a día de hoy 15 millones de capital social. El que puso 120 euros tiene que poner hoy 240 euros en esa hipotética ampliación de capital. Eso sería el fin", alertó.
En todo caso, y mientras el grupo de Pellegrini prosigue su actividad en el verde, los movimientos no cesan en el exterior y las declaraciones de los accionistas béticos oscilan entre críticas descarnadas, algunas con tintes de ajuste de cuentas, y ofertas integradoras y más o menos bienintencionadas que no ahonden en una mayor división del beticismo.