El Benito Villamarín se ha instituido como el paraíso del Real Betis hacia el cielo de la UEFA Champions League. En su feudo, el cuadro verdiblanco no ha cedido un solo punto, algo que no ha hecho nadie esta temporada . También cayó ahí el Almería CF, un rival que pagó, en la jornada 9ª de LaLiga Santander, el estado de felicidad instaurado en Heliópolis. Porque este Betis se sitúa cuarto, se mantiene vivísimo en su pugna por los puestos de la máxima competición continental y, sobre todo, no hay quien le tosa ante su público.
Afición y equipo se han hecho uno más que nunca, merced al gran nivel de los pupilos de Manuel Pellegrini. Las sensaciones agrias de los dos partidos a domicilio, en gran parte condicionadas por sendas expulsiones, se esfumaron por la puerta 9 del Villamarín, donde el Betis es feliz y hace dichosos a los suyos. Su mejor versión durante buena parte del partido le valió para imponerse a un rival correoso, rápido por banda y que quizá no se merezca andar por los suelos de la tabla.
"Quédate, que las noches sin ti duelen...que ya no quiero nada que no sea contigo". La letra es de la canción de Quevedo y Bzrp, pero empieza a convertirse en el himno oficioso del Betis de Pellegrini. Más de cincuenta mil gargantas lo coreaban antes del inicio del choque, como si presintieran que luego, una vez más, iba a haber merecido la pena cantarlo a cuello partido. Más de cincuenta mil aficionados, un domingo por la noche...ante el 18º clasificado de la competición. Una locura.
Una barbaridad más que retrata el apoyo de la afición verdiblanca, incondicional en los malos momentos y más si cabe en los buenos. Y un espectáculo previo que retrata la comunión con un equipo al que Pellegrini ha puesto a su altura. No es el único responsable, por supuesto, aunque sí el principal de una metamorfosis brutal. Porque este Betis compite, entretiene, gana muchísimo y hacer sentirse orgulloso a quien tenga el corazón dividido por trece barras.
El cuadro de Pellegrini ha creado en Villamarín un trasunto de paraíso donde la beticidad se expande desde el césped hasta el último asiento de voladizo. Un edén verdiblanco en el que las penas se diluyen, el gozo se disfruta y los contratiempos se sobrellevan. La primera parte ante el Almería CF escenificó de manera fidedigna lo que en el sueño real de los béticos es ya Betislandia. Una tierra fértil en buen fútbol en la que los béticos son sumamente felices.
El Betis ofreció todo un concierto de fútbol, con Canales al mando de la orquesta y un solista principal: Álex Moreno. Ambos subieron el volumen de una melodía que el seleccionador nacional Luis Enrique parece no querer escuchar. El cántabro oreó otra vez su tarro de las esencias para que el aroma se apoderara del juego de todos sus compañeros, un grupo cada vez mejor afinado. El lateral fue el intérprete más aventajado, percutiendo por la banda izquierda como si paseara en batín por el salón de su casa.
Suya fue la asistencia del gol de William Carvalho que encauzó el partido a los 23 minutos, tras pase magistral de Canales. Luego, tuvo el lateral otra oportunidad clara, como claras fueron otras de sus compañeros en medio de un vendaval verdiblanco. El Almería tocaba bien en mediocampo, pero ahí se quedaba su buen hacer, pese a la endiablada velocidad de Mendes, Ramazzani y El Bilal.
La primera parte bien pudo acabar 4-0 fácil. No obstante, ¿hay paraíso sin infierno? No se valoraría igual. El Almería dio un zarpazo, pero este Betis se levantó encorajinado de su disfrute y no tardó en volver a adelantarse. Porque este equipo es mucho más que Canales y Álex Moreno. Es una orquesta plagada de buenos músicos. Y la batuta la lleva el viejo y sabio chileno. Joaquín saltó al campo y le dio la asistencia a Borja Iglesias. La felicidad volvió y Pellegrini le puso la sonrisa de la juventud con el debut del canterano Juan Cruz. Una perla descarada que no tardó en encandilar a todo el Villamarín.
Y llegó el tercero, doblete de William Carvalho mediante. Y llegaron ocasiones varias. Y Rui Silva paró las que había que parar. Y el Betis defendió con orden. Y se mantiene en la lucha por los puestos de UEFA Champions League. Y los béticos disfrutaron hasta que el árbitro pitó el final, sabiendo que las noches ya no duelen y que tienen motivo para no querer nada que no sea con su equipo.