La mascota del Ludogorets es el Águila Fortuna, adiestrada por un cetrero gaditano. Es uno de sus iconos pero este jueves no quiso nada con los suyos y se posó en el hombro de Fekir, el mago que hizo abracadabra para que el Real Betis se impusiera al cuadro búlgaro (0-1) en la quinta jornada del Grupo C de la UEFA Europa League. El franco-tunecino saltó al césped en el descanso para guisar lo que estaba siendo un desaguisado. Para cambiar el duro de un partido enconado en el que parecía hasta difícil sacar ese único punto que faltaba para asegurar la clasificación matemática como primero de grupo.
Su salida, su inspiración y su gol no dieron uno, sino tres puntos que valen oro para este Betis de Pellegrini: dinero, otro puñetazo en la mesa continental, descanso en la ronda eliminatoria previa a octavos en la que ya estarán los tiburones fracasados (Mourinho dixit) de la UEFA Champions League, y, también, no jugarse nada ante el Helsinki precisamente en la semana de El Gran Derbi ante el Sevilla FC. Nada más y nada menos.
Cuando un equipo le gana a la Roma de Mourinho, enhebra once títulos seguidos en su país (incluso siendo Bulgaria), tiene dinero para fichar a unos pocos brasileños de cierta calidad y se acostumbra a jugar fases de grupo de la UEFA Champions League y la UEFA Europa League durante una década, algo bueno tiene que tener. El Ludogorets lo tiene y ya lo demostró en el Villamarín en el partido de ida. Si además está acostumbrado a jugar en la plantación de cogollos de marihuana que parece su estadio y se juega tanto o más que el rival, pues más todavía.
Cuando un Betis con muchas bajas sale con lo puesto, desconcentrado y sin la identidad e intensidad que le ha inculcado Pellegrini, pues el Ludogorets puede pasar a convertirse en el Milan de Arrigo Sacchi. De hecho, puede parecerse al Betis y hacer que el Betis se parezca a un Ludogorets cualquiera de la vida. Básicamente, eso pasó en la primera mitad de un partido que bien pudo haber mandado al cuadro bético al vestuario con una goleada en contra.
Desvestido en sus carencias por la velocidad de tres cuartos hacia arriba de los búlgaros, el Betis vivió de la seguridad de Claudio Bravo. Imprecisiones continuas, nula verticalidad, lentitud hacia atrás y hacia adelante. Todo mal. Descanalizado sin la aparición de Canales, desequilibrado por un Paul Akokoukado y con amarilla desde le minuto 8, sin profundidad en las bandas, elefántico en defensa, sin la chispa de Rodri o Joaquín, lesionado además a los 25 minutos; y sin noticias de Willian José.
El resultado fueron seis o siete ocasiones claras del Ludogorets que entre Claudio Bravo y Miranda desbarataron, y una sensación de impotencia, de cadencia laxa condenada a perder la opción de lograr el punto que diera la clasificación matemática como primero de grupo a falta de una jornada por disputar. Lo mejor, y único: que al descanso el partido iba cero a cero, mientras los béticos seguramente estarían o dormidos o agarrados a un desfibrilador.
Cuando el espectáculo se pone feo y/o aburrido, siempre queda sacar algún conejo de la chistera. O sacar a un mago que lo saque. Y resulta que el Betis tiene uno, de una dimensión mayúscula: Fekir, se llama, este señor que tardó poco en cambiarle el sentido al partido y el ánimo a los béticos. Ya casi lo logra el pasado domingo ante el Atlético de Madrid en LaLiga Santander, pero, recién salido de la lesión, no le dio tiempo a hacerlo.
Pese a que la segunda parte había empezado con las mismas constantes vitales de la primera, el mago se escondió entre la defensa búlgara en una jugada aparentemente sin demasiado peligro y convirtió en gol un pase interesante pero algo extemporáneo de Luiz Henrique. Fekir, ya con su chistera puesta, le transfundió su magia a sus compañeros, recuperó su sociedad ilimitada con Canales y le dio alas a la aparición de Álex Moreno, otro de los cambios de Pellegrini.
El chileno volvió a acertar con los cambios. Le tuvo que dar más minutos de lo que hubiera querido al franco-tunecino, pero valieron la pena. No es que le diera la vuelta absoluta al partido, pero la tranquilidad de su gol y su presencia afianzaron la imbatibilidad de un Betis que da un paso importantísimo en su trayectoria europea. Tuvo alguna oportunidad, sobre todo una de Borja Iglesias. El Ludogorets también tuvo aún alguna ocasión aislada. Pólvora mojada ya para sus anhelos ante un cuadro bético que tiene asegurado a falta de una jornada de la fase de grupos el primero de los suyos. Los demás, en esta UEFA Europa League, se ha ganado seguir alimentándolos, como sigue alimentando el orgullo de sus incondicionales.
Leo el artículo y me cuestiono si he visto un partido diferente. La primera parte ha sido un hastío en el que ninguno de los dos equipos ha jugado a nada, muchas imprecisiones y tan solo alguna jugada aislada del Ludogorets, que si bien le podía haber dejado en ventaja, irse al descanso goleando no habría reflejado lo que se estaba viviendo. No es cierto que el Ludogorets haya hecho buen partido, ni siquiera una primera parte especialmente brillante como das a ver. Por otro lado, apuntar que Fekir es franco-argelino, no franco-tunesino.