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Taller de Orfebrería Futbolística Manuel Pellegrini

Periodista especializado en fútbol y baloncesto.

El Taller de Orfebrería Futbolística Manuel Pellegrini talló una de sus mejores obras en el Coliseum Alfonso Pérez Muñoz. No de las más brillantes, desde luego, aunque sí de las más trabajosas. El triunfo (0-1) del Real Betis sobre el Getafe CF en la jornada 19ª de LaLiga Santander supuso la laboriosa talla de tres puntos fundamentales para ratificarse en los puestos de UEFA Europa League y no alejarse de los de UEFA Champions League.

De paso, el Betis espantó el catastrofismo de quienes vaticinaban una caída prácticamente segura sin confiar lo más mínimo en el crédito que se han ganado este equipo y este entrenador. E hizo buena la regla de que no pasa más de tres partidos sin ganar ni muerto. Pellegrini dijo en la previa que para nada veía mala dinámica y, otra vez, llevaba razón. Lo que no quita que a los suyos les esté faltando últimamente frescura, lo cual es obvio. A pesar de ello, el cuadro bético talló su fútbol con primor y una lupa del diez.

Y cuando la talla más se estaba resistiendo, el chileno sacó su mejor gubia: la magia de Fekir. Con él el Betis sonríe más. Por mucho que viniera de una lesión, le cambió el aire al equipo en ataque conduciéndolo a una victoria importante y, sobre todo, difícil, porque enfrente había un rival que no tenía la más mínima intención de jugar al fútbol.

Al Betis le han extirpado el gol

Al Betis le han extirpado el gol. Hasta hace poco en disputa de cuatro competiciones, la temporada se ha convertido en un quirófano que lo ha desprovisto de su gran pulmón. El elixir de la felicidad futbolística, el órgano que le bombeaba sangre a su juego está fallando y eso le hace respirar con mucha más dificultad. Aún no están al cien por cien Fekir y Juanmi (ni el chaval Juan Cruz), no estará más Álex Moreno, el defensa más goleador y con más asistencias de LaLiga Santander; y Canales y Borja continúan en la persecución de su propia imagen desdibujada. Como para no notarlo...

Luiz Henrique encara a Damián en el choque ante el Getafe (Foto: EFE).

Juega bien, domina al rival, merodea mucho por el área contraria con el balón apropiado, pero la portería de enfrente cada vez está más borrosa. Y en un partido como el de Getafe eso se convierte en un problema especialmente enojoso. Porque los locales se plantaron en el césped casi gritándole al balón "no quiero ni verte, que me das grima". Más parecido a un Getafe de Bordalás que al que se supone que propugna Quique, pero en malo. Reverendamente malo. Si no, que se lo pregunten a su afición...

El conjunto madrileño le dijo al Betis "ahí tienes la pelota. Que sea lo que Dios quiera y nos saludamos al final". Ni pajolera gana de jugar al fútbol o lo que quiera que sea eso. Cinco defensas, tres mediocampistas arropaditos atrás y a ver si el balón le llega a Unal o Borja Mayoral y se inventan algo. Sin más. Incapaz de dar dos pases seguidos, buscando balones arriba como si la pelota estuviera hecha de lava. Y que la fortuna haga que falle el Betis.

Tocar, tocar y tocar pero generando pocas ocasiones

Así es complicado meterle mano a un contrario y más si te falta frescura ofensiva y algunos de los que pueden activarla principalmente. Aun así, el cuadro bético no le hizo ascos a la propuesta y se mantuvo firme en los preceptos de Pellegrini. Tocó y tocó y tocó, se asociaron los que saben y apenas pasó apuros atrás, porque tiene varios futbolistas que continúan a un magnífico nivel (William Carvalho, Rodri, Guido, el recuperado tras sanción Luiz Felipe). Sin embargo, generó muy pocas ocasiones y las que tuvo no supo culminarlas.

Como si la necesidad de ganar fuera sólo para el Betis, el Getafe persistió en no bajarse del autobús montado en el Alfonso Pérez Muñoz, quien se tirará de los pelos cada vez que ve un partidito del equipo que habita el estadio con su nombre. Lo malo se contagia más rápido que lo bueno y al conjunto verdiblanco le costaba abstraerse de la espesura del no fútbol de los locales.

Pezzella despeja ante el exbético Alenya en el partido frente al Getafe (Foto: EFE).

La apuesta de Pellegrini: Fekir y Juanmi

Quique Sánchez Flores dio entrada al reciente fichaje Gonzalo Villar, a quien le gusta jugar buen fútbol pero que pensaría "¿qué hago yo con este plan, miarma?". Y Pellegrini apostó por los que podían traer ese deseado oxígeno del gol, aunque llegaran casi sin rodaje: Fekir y Juanmi. Como no podía ser de otra forma, la cosa mejoró para el Betis. El franco-tunecino apenas tardó dos minutos en provocar una falta al borde del área que él mismo mandó arriba. Y luego Guido Rodríguez por fin probó si David Soria tenía manos.

Los de Pellegrini se lanzaron, ahora con más instinto, a por el triunfo, porque ha perdido gol, pero no su ambición. El Getafe siguió a lo suyo, ahora con la velocidad de Portu, esperando que el milagro se hiciera solo. Pero si podía haber un milagro tenía que ser en su área. El genio de Fekir se notó y se ciñó sobre el área local. Sus compañeros lo notan y en una jugada minuciosa de asociación continua y toques al borde de la media luna llegó la zamorana de Duarte. Un penalti como un templo que Borja Iglesias metió para dentro no sin un pelín de suerte.

Todo fueron prisas entonces para el Getafe y serenidad para el Betis, que mantuvo su trabajo de orfebre hasta llevarse tres puntos importantísimos en su lucha por ratificarse en los puestos europeos. Y, de paso, saldar cualquier atisbo de bajón en su rendimiento. Porque, ¿quién dijo crisis? Ah, nadie nadie...

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