Con Manuel Ruiz de Lopera se marcha la cabeza visible del Real Betis Balompié en la transición del Siglo XX al XXI, pero también una de las personalidades sevillanas con más fuerza de los últimos años. Si su primera pasión era el Betis, ésta competía a la par con la Semana Santa de Sevilla. Profundamente religioso y devoto, sus aportaciones a las hermandades fueron innumerables.
La hermandad con la que más se relaciona a Ruiz de Lopera es la del Gran Poder. El empresario de El Fontanal era un profundo devoto del Señor de Sevilla, cuya estampa llevaba siempre en la chaqueta. Era habitual verle con un escudo de solapa de la corporación de San Lorenzo junto al del Betis, y pocos son los sevillanos que han acudido a la Basílica algún viernes y no lo han visto. De hecho, Lopera tenía un busto del Gran Poder en su domicilio.
Hermano desde hacía más de 50 años, el gran legado patrimonial que dejó en el Gran Poder fue el segundo manto de salida para la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso. Curiosamente, este año 2024, apenas cinco días después de su fallecimiento, volverá a sacarlo a la calle -si el tiempo no lo impide- tras años sin hacerlo, ya que habitualmente se utiliza el que bordara Juan Manuel Rodríguez Ojeda. En 1991, decidió donar un manto bordado sobre terciopelo azul, diseñado por Antonio Garduño y bordado por el taller de Fernández y Enríquez de Brenes, uno de los más afamados de esa época.
Manuel Ruiz de Lopera falleció el Sábado de Pasión, con dos de sus hermandades más queridas realizando su estación de penitencia en las vísperas de la Semana Santa, así como con el Señor del Gran Poder recibiendo miles de visitas en su anual besamanos previo a la Semana Santa. Por un lado, en el barrio de Ciudad Jardín lo hacía La Milagrosa. El expresidente verdiblanco sufragó la ampliación de la puerta de la Parroquia de La Milagrosa para que la cofradía pudiera salir sin mayores problemas.
Además, parte de su familia participa activamente en la Hermandad de San José Obrero, que también procesionó este sábado. Es la cofradía de penitencia más cercana a su domicilio de la calle Jabugo, por lo que le tenía un cariño especial.
Ruiz de Lopera también era profundo devoto de la Virgen de Regla, patrona de Chipiona, así como del Cautivo de San Ildefonso. Además, en 1996 financió la restauración de la Parroquia de San Lorenzo, que se encontraba en peligro de cierre, y solía pagar las flores del Cautivo de Pío XII, barriada cercana a su lugar de residencia.