Estas fueron las claves de la puesta de largo de Santiago Solari como técnico del Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu, con triunfo ante el Real Valladolid.
Fue la gran diferencia de Solari respecto a Julen Lopetegui. Cuando el partido podía caer para cualquiera de los dos equipos, igualado en el marcador, con el Valladolid estrellándose en el travesaño, al técnico argentino no le tembló el pulso en los cambios, sentó a Gareth Bale o Marco Asensio y dio paso a un chaval de 19 años que juega sin presión, repleto de descaro, encarando siempre al rival y generando desequilibrio. Vinicius respondió con su primer gol en la elite y decantando el encuentro para el bando madridista.
Le dio siempre la espalda a Lopetegui, que se marchó gafado, sin suerte en ningún partido en los que el fútbol no alcanzó para ser superior al rival en el marcador. Lo que eran disparos a los postes, goles anulados por el VAR, lesiones, dio un giro ante un gran Real Valladolid. Los postes estuvieron en esta ocasión del lado madridista y un disparo de Vinicius que iba con dirección a la portería, acabó en gol por golpear en la espalda del defensa Kiko Olivas. Los pequeños factores invisibles del fútbol se pusieron de lado del Real Madrid para cerrar su crisis liguera.
En los laterales radica otra de la diferencia entre los dos técnicos de esta temporada del Real Madrid. A Lopetegui le faltó confianza en Álvaro Odriozola, después de llevárselo con la selección al Mundial y aceptar su fichaje, y en Sergio Reguilón tras su buena pretemporada. Inventó alternativas con Nacho y Lucas Vázquez cuando las lesiones frenaron a Marcelo y Carvajal. Solari, condicionado por las numerosas bajas defensivas, les dio confianza en Copa del Rey y repitió en Liga. Los jugadores le premiaron con buenos partidos y lograron que la ausencia de dos futbolistas claves, no se añorase.
Con la idea de dar amplitud al campo para encontrar espacios, un zurdo elegante como Solari en su etapa de jugador comenzó con Bale por la derecha. Pronto vio que frenaba las subidas de Odriozola y que el galés no entraba en juego. Lo devolvió a su zona natural, la banda izquierda, importando poco los deseos del jugador. En un sistema que con doble pivote libera por delante un jugador de calidad como Modric o Isco. El croata tuvo más contacto con el balón que en el resto de partidos y pisó más área rival; Isco fue el 'sacrificado' del once al no entrar todos los jugadores de centro del campo y salió como primer cambio para enfado de Casemiro. Un jugador de peso siempre sobrará con el nuevo sistema. El 9 sigue siendo Benzema, que tuvo presencia con el balón, comprometido en tareas defensivas pero sin acierto en el remate. El Real Madrid pagó de nuevo su falta de pegada cuando dominó.
Los silbidos de un sector de la grada acompañaron a Sergio Ramos desde que su nombre se anunció en megafonía. Nunca había ocurrido en el Santiago Bernabéu. Ni en la época cruda de enfrentamientos con José Mourinho. El capitán respondió dejándose todo en el campo y marcando el tanto de la sentencia de penalti con una celebración de rabia que habló por sí sola. Con Bale se le ha acabado la paciencia al madridismo, silbado por no ir a la pugna de un balón dividido y por su poca aportación. A Marco Asensio también le dedicaron algún pitido al marcharse. La ilusión la representa Vinicius, ovacionado desde que salió a calentar y que genera expectación en cada balón que toca. También hubo aplausos para Reguilón o Benzema e Isco en acciones de alta calidad técnica. Sin Lopetegui, los jugadores ya no tienen escudo.