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Vinicius derriba la puerta

Vinicius celebra su gol ante el Valladolid.
ElDesmarque

El madridismo tiene una nueva ilusión, un futbolista que levanta al espectador del asiento por su electricidad y descaro con apenas 18 años. Es Vinicius Junior, el jugador que necesitaba "tiempo de cocción" para Julen Lopetegui y "minutos" que sí le dio Santi Solari para recoger el premio con rapidez.

El fútbol es el presente. Rápido se olvida lo mostrado en el pasado, aunque sea reciente, y no hay paciencia para esperar el futuro. Se le acabó al madridismo con Gareth Bale, al que hace dos meses veneraban como el nuevo referente y ahora despiden con una tronada pitada al ser sustituido. Se modifica en pasión y apoyo a cada paso de su nueva esperanza, Vinicius.

El brasileño ha conectado con la grada desde sus primeros pasos. Es un futbolista diferente al resto de la plantilla. Uno de esos encaradores de rivales que van desapareciendo del mundo del fútbol. Con el descaro del futbolista joven que aparece en momentos de crisis, que no parecen ir con él ni con su fútbol, transmite alegría en cada carrera.

Lopetegui no le vio preparado para tener minutos con el primer equipo. Necesitaba atravesar un período de adaptación al fútbol español y aunque la Segunda B no fuese el escenario más propicio por la dureza y algunos terrenos que no están a la altura para un jugador que llega de ser referente en el Flamengo, el Castilla era el equipo en el que tendría que dar sus primeros pasos. Fue una decisión que chocó con la idea de las altas esferas del club.

Entrenar rodeado de estrellas con el primer equipo y jugar con chavales de su edad. Nada hizo cambiar de opinión a Julen, que tenía un plan de ruta para el brasileño que se torció cuando le comenzaron a llegar mal dadas. En plena crisis de resultados y goles con una sequía interminable, Vinicius nunca fue una opción. La jerarquía y los galones pesaron más.

Su única aparición, extrañamente, fue en un partido de los señalados en rojo en una temporada, en el derbi madrileño del Santiago Bernabéu ante el Atlético de Madrid. El 29 de septiembre saltaba a los 88 minutos como el último intento desesperado de derribar el orden rojiblanco en un duelo sin goles. Poco tiempo tuvo para mostrar nada y salir despedido en un choque con un rival parecía ser un argumento que favoreciese la opinión de Lopetegui.

Ya no hubo más oportunidades para un jugador relegado al filial y que hasta la llegada de la Copa del Rey no tendría su oportunidad. Se le volvió en contra a Lopetegui que no llegó a ese encuentro de Melilla.

Dejó un último capítulo en un pulso interno con pocas explicaciones creíbles. Vinicius había sido expulsado ante el Celta B, el club recurrió hasta que consiguió que le quitasen la segunda cartulina amarilla. Podía jugar con el Castilla ante el Fuenlabrada o viajar a Barcelona para el clásico. Julen optó por la segunda opción y lo dejó en la grada del Camp Nou. Mermó al filial y no usó al jugador. Era la gota que colmaba el vaso.

Al primer equipo llegó el entrenador que más confianza ha dado a 'Vini' desde su llegada. Solari le hizo jugar siempre con el Castilla porque mejoró a su equipo en cada partido. Por encima de la expectación que se generaba por ver jugar a un futbolista que costó más de 40 millones de euros, estaba su rendimiento en los campos. Goles, regates, asistencias, desequilibrio. La categoría se le quedaba pequeña.

El estreno en el primer equipo de Solari siguió el plan de ruta anterior. Vinicius fue titular en Melilla, donde brilló con fuerza. La puesta de largo en el Bernabéu dejó una decisión con personalidad del nuevo técnico. Con los jugadores con galones jugando de inicio y entrando en los primeros cambios, con un partido igualado y el Real Valladolid apretando para llevarse puntos, la apuesta a 17 minutos del final fue el brasileño.

Y Vinicius se convirtió en el héroe del partido. Sintiendo el calor de la grada desde que calentó. El entusiasmo con cada balón que recibió. Por él no quedaría. Intentó un remate antes del gol, se asoció continuamente con Benzema, del que hizo su mejor socio y así crearon la acción del segundo gol, perdió un balón y recuperó otro en ese esfuerzo defensivo que le demandó Solari.

"Le dije que se atreva, que encare pero que defienda también". Fueron las órdenes antes de saltar al césped y dar el salto de calidad. Recibió un balón pegado a banda, encaró a rivales, se marchó en velocidad y chutó con toda la fe del mundo. La fortuna hizo que el disparo que no iba a puerta acabase en la red tras golpear en un rival. El guiño del destino con el que se derriba una puerta y se pide paso sin mirar el DNI.

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