Santiago Solari se acercó a Vinicius en la banda el pasado sábado y le dijo: 'Atrévete y encara'. Con el imperativo de dos verbos, le mandó el mensaje que siempre quiso escuchar Pelé en su debut con el Santos. A Pelé, en cambio, le costó oír esas palabras cuando era un crío. Lo narra su biopic en el cine.
Solari le pidió ginga. El fútbol de la calle. La ginga es el alma libre, el amago, el regate, la libertad para moverse en el campo sin ataduras tácticas. En el siglo XVI, los portugueses llevaron esclavos de Africa a Brasil para explotar la minería y las plantaciones de azúcar. De Angola y los dos Congos especialmente.
Muchos de ellos escaparon a la selva, huyendo de las palizas de sus amos, buscando una vida digna. Y para protegerse, crearon un método de defensa personal, la ginga, el origen de lo que fue luego la capoeira, un arte marcial de guerra. Posteriormente, el vocablo ginga se extendió como concepto para ilustrar la forma de moverse, de hablar. La ginga es jugar en el campo con espontaneidad, sin corsés.
Y por ahí puede crecer Vinicius. En el Madrid también se defiende. Habrá presión alta. Pero Solari no va a cercenarle nunca la improvisación. Puede estar tranquilo. Cuentan sus rivales en Segunda B estos meses, que si hay un rasgo que define al chaval brasileño de 18 años, es su descaro. Pide siempre el balón. No le asusta equivocarse. No se esconde. Y ese matiz es lo que separa a los buenos jugadores de los grandes. Su ritmo, su verticalidad, ha destrozado a sus rivales en esa categoría. Ahora, en la República Checa, frente al Viktoria Plzen se estrena en la Champions League con un nuevo desafío.
Vinicius juega sin presión. Es una virtud. Tiene buena pinta en un momento donde el público se ilusiona con la novedad. El Real Madrid confía en él. Ha realizado una gran inversión. Pagó 45 millones de euros al Flamengo. El objetivo es arriesgar con un futuro Neymar. Y no esperar luego a competir con los clubes Estado que entren en acción con salarios extravagantes. La estrategia es adecuada. Peinar el mercado y encontrar una opción de futuro rentable.
Vinicius no anuncia aún embutidos. Como Robinho, Ganso y Neymar en Brasil, donde bailando al ritmo de Beyoncé y su 'I'm a single lady' impactaron hace años con sus malabares. De momento, Nike le incluyó en su campaña de verano en un pequeño guiño coral jugando al futbolín.
El Real Madrid le va a ayudar en su nueva vida. Le blindará y protegerá con afecto. Es lógico. Y le enseñará con criterio los códigos internos del club. Luego Vinicius crecerá y elegirá su vida. Será dueño de su destino. Pero los inicios en el Real Madrid, dentro y fuera del campo, son decisivos.
La historia sirve para 'recordar lo que fuimos para entender lo que somos', el hermoso slogan del programa de Radio 5 en Rne. Y por ahí, Vinicius tiene ejemplos de paisanos para acertar y no equivocarse. Robinho llegó un día, haciendo estéticos 'sombreros' en Cádiz, y acabó saliendo por la ventana en Valdebebas. No le gustaba salir por la puerta. Prefería la ventana, más cercana al párking de su coche. Era más cómodo, pero menos cívico.
En el vestuario tiene cerca ahora a Marcelo, otro compatriota. Un capitán. También llegó con 18 años. Marcelo hizo siempre sus deberes. Los grandes, los jugadores de verdad del Madrid, pasan diez años en el club. Marcelo lleva doce. Vinicius, ahí tienes un guía.