El Real Madrid conquistó el Olímpico de Roma con un 0-2 que conlleva un premio doble. Los madridistas certifican así la clasificación (ya conseguida tras la derrota del CSKA) y el liderato del grupo aprovechando la buena suerte que sólo aparece cuando suena el himno de la Champions.
La obra de Handel, tan coreada en el Viejo Continente los martes y los miércoles, parece activar en la mente de los jugadores merengues sus mejores sensaciones.
Y cuando esas sensaciones no llegan, siempre está la suerte. Apareció, sobre todo, al final de la primera parte, ya en los minutos de descuento. Carvajal, que estaba siendo el mejor de su equipo en esos 45 minutos, quiso sacar el balón con una frivolidad en el córner propio, y su taconazo lo robó Zaniolo.
El joven futbolista italiano encontró a Cengiz Under, que entraba sólo en el segundo palo y el envío fue perfecto para que el turco la empujara. Sin embargo, no se sabe si el mal estado del césped, un exceso de confianza o los fantasmas de Champions pasadas aparecieron por allí y el romanista mandó la pelota a las nubes desde el área pequeña, con Courtois ya batido.
La primera parte estuvo plagada de ocasiones de la Roma y tímidos disparos blancos desde fuera. Sin embargo, el fallo de Under mentalizó a los blancos para entender que en Champions no se pueden perdonar los errores.
Y llegó otro, por parte del equipo local, al minuto de arrancar la segunda parte del partido. Olsen despejó un balón que salió muy bombeado, tanto que la pelota se quedó en la zona defensiva de la Roma y Fazio intentó despejar. Sin embargo, el cabezazo del argentino le cayó a Bale, que estaba solo en la frontal y aprovechó para batir la meta por abajo.
Un gol al que seguiría un tanto de Lucas quince minutos después para terminar de cerrar el partido. Cuatro días antes, el Real Madrid cayó 3-0 en Éibar dando una pésima imagen que no cambió por completo, aunque en Champions al menos la fortuna está de cara.