El regreso de Zinedine Zidane impulsó un triunfo del Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu, donde no vencía desde el 3 de febrero, y resucitó con goles de Isco y Bale como primer paso de la reconstrucción, ante un Celta de Vigo sin pegada y que agudiza sus problemas por la permanencia.
Para alimentar un milagro lo primero es creer en él. Los jugadores del Real Madrid demostraron de inicio que dan por perdida la temporada. No captaron en el primer acto el guante repleto de fe lanzado por Zidane para, al menos, salvar el orgullo de una campaña negra. Reaccionaron ante la obligación en una segunda parte liderada por Marco Asensio que se rompió con el gol del perdón a Isco.
La ilusión que debía generar la vuelta de Zidane no se trasladó al terreno de juego. No hubo un cambio de imagen, un golpe de efecto, ni arranque de rabia. El mismo equipo sin fe que enterró cualquier opción de título en sus cuatro últimos partidos perdidos en el Santiago Bernabéu se presentó en una llamada a la vieja guardia.
La primera decisión de Zidane en un regreso con mando total fue recuperar a los jugadores con los que tocó el cielo futbolístico. Revolucionó la portería con cambio de rol entre Courtois y Keylor Navas. Ignoró el aspecto físico, priorizando el anímico, con dos jugadores desmoralizados como Marcelo e Isco.
El Celta se jugaba mucho en un estadio que resucita equipos. Inició el duelo perdiendo a Juncá y recomponiendo su zaga Escribá. Sin sufrimientos, apenas un centro peligroso de Marcelo, hasta que se fue haciendo con el balón. Posesión estéril pero cómodo. Poca profundidad, pero cuando llegó probó el estado de Keylor.
Todo pasó por el desacierto de Maxi, que ha perdido de golpe los goles que antes se le caían. Buscó la escuadra escorado y no la encontró. Al cuarto de hora hizo lucirse a Keylor con un testarazo a bocajarro que provocó una parada repleta de reflejos y rapidez de piernas del costarricense.
Un Real Madrid estático y sin alegría, que juega al pie, esperaba alguna acción individual para desequilibrar el duelo. Kroos lo intentó con un disparo lejano que acarició el larguero, Bale se estrelló con él con un zurdazo, y Ramos vio dentro un testarazo tras una saque de esquina. Fueron los avisos aislados.
El cambio en el segundo acto ya era cuestión de vergüenza. Llegó tras las palabras de vestuario de Zidane. No podían fallarle. Encerraron a un Celta superado y que de golpe fue consciente de su situación de emergencia en zona de descenso. Impreciso con el balón cuando pudo correr en algún contragolpe. Tapando agujeros ante la velocidad que adquirió el juego madridista cuando Asensio tiró de galones.
El VAR comenzó frenando al Real Madrid. Modric enganchó desde la frontal un rechace a la red que fue anulado por posición ilegal de Varane en la trayectoria del balón. Sirvió para terminar de despertar a un equipo que no puede haberse olvidado de jugar. La recuperación de autoestima de sus estrellas comenzó por Asensio. Nadie le puso freno y recuperó su imagen voraz en carrera, con el balón pegado en carrera elegante. Aguantó todas las entradas para acabar dejando el pase entre líneas a Benzema que vio el pase de gol a Isco. En su última acción sobre el campo renacía el malagueño.
Con victoria en el marcador todo fue a favor del Real Madrid y en contra de un Celta que sintió que no era el escenario donde debe ganarse la permanencia.
Bale también quería su premio para enterrar una etapa de ausencia. Rubén le sacó con los pies la primera, tras un eslalon y disparo cruzado, pero nada pudo hacer ante un tiro ajustado que firmaba la sentencia y el reestreno de Zidane con victoria.