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Al final sí hay un 'nueve'

Karim Benzema celebra uno de sus goles en el Real Madrid-Éibar.
Roberto Morales

Dos testarazos de Karim Benzema, en el papel de 9 que tanto se le demandó desde su llegada al Real Madrid, propiciaron la remontada del equipo blanco ante el Eibar (2-1) en una tarde desapacible en el Santiago Bernabéu, con dos caras del conjunto de Zinedine Zidane, dominado y silbado en el primer acto antes de rescatar el orgullo.

Da igual por lo que apueste Zidane en su 'casting', el Real Madrid de fin de ciclo no tiene solución. Es un equipo triste, sin rumbo, al que el final del campeonato se le hará eterno. En el fracaso aparecen las exigencias y no el bonito recuerdo de todo lo conseguido. El respeto por el que fue leyenda se pierde y los jugadores quedan señalados por su afición.

Nada salvará ya a Gareth Bale. Pitado desde su primer control fallido nada más arrancar el partido, tras perdonar un mano a mano anulado por el colegiado nueve segundos después de arrancar en posición ilegal en una norma absurda del fútbol moderno.

Los intentos esporádicos de Isco o las arrancadas de Asensio se difuminaron ante un Eibar dominador, con presión alta y línea defensiva adelantada. Al Real Madrid le sienten tan tocado que los rivales van a por él en su propia casa.

El Eibar maduró el partido, avisó castigando fallos de Varane en la salida del balón, cuando Cucurella centró y Enrich no llegó por milímetros, y sin sentir peligro acabó golpeando en su único disparo a la portería de Keylor Navas. Había hecho una mala salida por alto el costarricense que salvó Reguilón, en su primera aparición con Zidane. Y fue superado a seis minutos del descanso, lanzándose al césped ante el control de Cardona, que marcó a placer.

El gol fue un retrato de lo que viven los jugadores madridistas en el campo. Nadie marcó de cerca a Escalante, seguido con la mirada por Modric y con pasividad del central que le salió al paso, Varane. Tuvo tiempo para dibujar en su cabeza la jugada y plasmarla. El pase a la espalda de Reguilón dejó el tanto en bandeja y terminó de incendiar el Bernabéu, con la poca gente a la que aún le queda paciencia para acudir a ver a su equipo en una tarde fría.

Luka Modric conduce delante de Cucurella (Foto: LaLiga Santander).

La charla de Zidane en el descanso despertó de la siesta a sus futbolistas. Comenzaron a jugar, por orgullo, y en segundos Modric ya había disparado a la portería de Dmitrovic.

Cuando apretó el Real Madrid llegó una acción que condicionó a un Eibar plagado de bajas defensivas. La lesión muscular de Ramis hizo improvisar a Mendilibar a los 53 minutos.

Sergio Álvarez retrasó su posición y comenzaron los problemas para los armeros. Una falta de entendimiento provocó un tanto de Benzema, anulado por el colegiado por fuera de juego. El segundo del francés sí subió al marcador. Con un remate de cabeza de 9, picado, tras un centro desde la derecha de Asensio.

El Real Madrid fue encerrando a su rival en su terreno, con Marco Asensio como referente, atacando a oleadas hasta que encontró el premio de la remontada con su mejor jugador de la temporada.

Marcó de nuevo Benzema, con otro testarazo tras una acción de estrategia en un saque de esquina y pase con guante de seda de Kroos.

Tuvo el triplete en su bota derecha el francés, con el Eibar ya volcado buscando un tanto que premiase su esfuerzo, pero Dmitrovic le ganó en un cara a cara.

Y luego falló a puerta vacía un regalo de Lucas Vázquez antes de acabar estrellándose con un poste. El francés apagó el incendio y el Real Madrid tacha una nueva fecha del calendario mientras desea que llegue el fin de un mal curso.

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