El Real Madrid apenas sufrió para llevarse el partido ante el Éibar en el regreso de LaLiga Santander tras el parón por el coronavirus. Y no lo hizo gracias a la pegada en la primera mitad, con tres goles en los que tuvo buena parte de culpa la actuación de Eden Hazard.
Si el resto de jugadores acusaban el haber estado tres meses sin jugar, peor aún era lo del belga. Hazard se lesionó a mediados de noviembre y, con la excepción de dos partidos de febrero, ha vuelto siete meses después a vestirse de corto y a sacar su calidad habitual.
Un año y un día después de su presentación en un Santiago Bernabéu abarrotado, ironías del destino reaparecía en un partido a puerta cerrada. Eso no impidió que, desde el principio, estuviera activo a la hora de pedir el balón e incluso se atrevía a tirar desmarques.
En uno de ellos, Karim Benzema le encontró para firmar el 2-0, toda vez que Kroos había abierto el marcador con un brillante tanto. Hazard se quedó delante de Dmitrovic, pero vio cómo Sergio Ramos llegaba desde atrás y le cedió la pelota para que el capitán marcase. El 3-0 llegó en otra jugada similar, aunque esta vez disparó y, el rechace del meta del Éibar, le cayó a Marcelo para que el brasileño fusilase.
En la segunda parte le tocó descansar, y es que con este carrusel de partidos que nos espera en el próximo mes, cualquier recorte de minutos viene bien. Con un poco de hielo como medida de prevención, Eden Hazard se sentó en el banquillo del Alfredo di Stéfano pensando ya en el próximo partido en el que pueda sacar su magia.
Y esta vez espera hacerlo con mayor regularidad después de una campaña en la que ha pasado de todo. Baja forma en el inicio, una lesión en el peor momento, recaída y una pandemia mundial hasta llegar a su reencuentro con el balón un año y un día después de la primera vez que la afición del Real Madrid coreó su nombre. De él depende que lo vuelvan a hacer en el momento de ese reencuentro.