La reaparición de Gareth Bale dos meses y nueve días después surgió desde el once pero duró 46 minutos, sustituido al intermedio del duelo de la Liga de Naciones que su equipo desniveló en la segunda parte contra Finlandia (0-1) sin aparente lesión, sino quizá por su inactividad competitiva desde el 24 de junio, la fecha de su último partido anterior.
Porque a Bale se le notó tanto tiempo sin jugar más allá de los entrenamientos; demasiado para un futbolista como él, tan explosivo cuando encara, tan resolutivo cuando golpea, y para el nivel de la alta competición, en el que la exigencia es indudable, sea cual sea el escenario y el rival, aunque el curso sólo esté recién empezado.
Más fuera que dentro del Real Madrid otro verano, esta vez más que nunca, no había jugado ningún encuentro desde hace 70 días, desde los 70 minutos que disputó contra el Mallorca el pasado 24 de junio. Tras el parón por el Covid-19 sólo añade media hora más con el Eibar. No ha competido ni en julio ni en agosto.
Inutilizado por Zinedine Zidane en las últimas siete jornadas de LaLiga Santander y en el episodio final de su equipo, la eliminación en la vuelta de octavos contra el Manchester City, de la Liga de Campeones de este curso, el atacante gales ha disputado nada más dos partidos -o 100 minutos en total- en los últimos seis meses.
Y eso se percibe. Por mucho que seas Bale, por mucho que la pandemia haya alterado la preparación competitiva en cada país y por mucho que la campaña se encuentre aún al principio, de pretemporada en muchos lugares del fútbol europeo, con casi todos lejos del cien por cien físico que todos pretenden y algunos alcanzan más adelante.
Aun así, el extremo gales, este jueves alineado en la banda derecha por Ryan Giggs, es el líder incontestable de su selección. No hay nadie con más gol ni con más determinación con la pelota en su poder ni con más imaginación ni con más desborde ni con más talento que él en su equipo. No acertó a rematar un rechace, sólo probó su regate con intermitencia, aunque cuando lo hizo desbordó, e intentó el gol con un tiro desde fuera del área con la izquierda.
Habitualmente termina en gol. Este jueves no. Salió desviado. Era aún el minuto 16. Media hora después, en el intermedio, Giggs lo sustituyó. No se percibió ninguna causa que indique lesión o molestia. A falta de los detalles de los protagonistas, no hay constancia de una dolencia. Quizá fue su inactividad reciente. En buena forma, jamás habría sido él el sustituido. Y menos el primero.