El Real Madrid puso freno a la dinámica positiva del Atlético de Madrid, exhibió firmeza en un derbi en el que fue superior para cerrar su semana fantástica tras endosar al equipo de Diego Simeone su primera derrota del curso con los mismos goles encajados en un partido, marcados por Casemiro y Carvajal con ayuda del meta Jan Oblak, que solo había encajado dos en todo el campeonato.
Un derbi sin la pasión de la afición es menos derbi. Al duelo le faltó la tensión que se traslada al césped y se impuso la necesidad. La defensa de la corona madridista pasaba por un choque con tintes decisivos pese a llegar en diciembre. Lo provocó la buena línea atlética y la inesperada regularidad del equipo de Zidane, endeble en duelos menores y nuevamente ganador ante rivales de altura.
Solamente desde la máxima concentración y la intensidad se explica el cambio radical en una semana clave. Del abismo a la resurrección para sentirse nuevamente aspirante a todo. Un nuevo arranque dominador ante un Atlético que interpretó de inicio que se sentiría cómodo regalando el balón a su gran rival. El plan del estudioso Diego Simeone en esta ocasión no surtió efecto. El 1-5-3-2 ni eliminó espacios ni igualó la batalla en la medular, donde Herrera sentaba a Saúl en el banco para aspirar a ganar la batalla desde el punto de vista físico.
La realidad fue distinta. El Real Madrid no sintió nunca peligro y cómodo con el balón, encontró el camino para crear peligro. Inició sus intentos con un lanzamiento lejano cruzado de Modric. Y apareció Oblak, siempre decisivo. Su manopla salvadora al latigazo de Benzema que repelió posteriormente la madera. Segundos después el francés no enganchaba en el segundo palo un centro de Lucas Vázquez ante el que medía mal Felipe.
El aviso madridista estaba lanzado. En el respeto que se respiraba entre los dos firmes candidatos al título, sin presión alta y poca intención de arriesgar, Casemiro premió el mayor ímpetu madridista. Al cuarto de hora aprovechaba un resbalón de su marca, Herrera, y cabeceaba en el primer palo a placer el saque de esquina de Kroos. Era el castigo a un Atlético desdibujado el día que tenía en su mano dar un paso al frente y asestar un golpe a la Liga.
Le faltó velocidad en el primer acto. Y fe. Un nuevo derbi de Joao Félix en la intrascendencia, incapaz de cambiar el ritmo lento de su equipo y sustituido, con nuevo cabreo, cuando en la segunda mitad adelantaba líneas tras el planteamiento fallido. Lo intentaba desde el físico Marcos Llorente en un duelo especial para él. Intocable en los cambios de Simeone, al que gustaba tan poco lo que veía que realizó hasta tres al descanso para modificar la cara de su equipo.
El riesgo que correspondía al Real Madrid de inicio se trasladó al Atlético cuando buscó sacar algo positivo. La entrada de Lodi, Lemar y Correa favorecía el equilibrio táctico. Tras un error de los que cuestan caros, en cesión atrás de Lodi que encontró a Benzema y a Kroos, derribado al límite del área en una acción que el colegiado vio fuera, llegó el momento clave del derbi.
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— ElDesmarque (@eldesmarque) December 12, 2020
Encontró espacio Llorente a la espalda de Mendy y su centro perfecto, tenso, acabó con Lemar perdonando al segundo palo con todo para marcar. Siete minutos después llegaba la sentencia. Una nueva acción a balón parado con despeje de la zaga y un latigazo repleto de potencia de Carvajal que repelía el poste y la espalda de Oblak mandaba dentro de su portería.
El portero esloveno había encajado dos goles en toda la Liga, los mismos que asestaba un Real Madrid falto de pegada que cura sus males a base de intensidad y criterio con el balón. Era el momento de enfriar el derbi por Zidane, el gran vencedor de la semana, y sostener los intentos atléticos. No surtieron efecto porque Courtois apareció a un testarazo de Saúl a centro de Lodi.
El fin de la racha atlética llegaba ante el último equipo frente al que había perdido. 26 jornadas invicto desde que se midió a un Real Madrid nuevamente superior que pudo firmar el tercero, con Lucas Vázquez dejando otra exhibición física, pero topándose con Oblak. Los de Zidane se enganchan a una Liga a la que el Atlético pudo asestar un golpe con tintes definitivos.