Karim Benzema no acaba de mostrarse cómodo con su nueva vida en el Al-Ittihad, y hay miles de evidencias de ello. Decidió, contra todo pronóstico, abandonar el Real Madrid el pasado mes de junio, y rechazar la oferta de renovación que Florentino Pérez le había hecho llegar. Todo el mundo se esperaba que firmara un nuevo contrato, pero la tentación de marcharse de Europa y vivir una jubilación bañada en oro fue demasiado grande, y no pudo decir que no.
Apenas han pasado tres meses, pero el ganador del último Balón de Oro ya se muestra sumamente arrepentido de ello. La competitividad que experimentaba en cada encuentro de La Liga EA Sports y de la Champions League no se puede comparar ni por asomo a la de la Saudi Pro League, y a eso también hay que añadir el choque de culturas. Se sentía como en casa en la capital de España, algo que no puede decir en Arabia Saudí.
Por lo tanto, es el ejemplo más claro de que el dinero no da la felicidad. Los 100 millones de euros netos al año que se embolsa no le han servido al canterano del Olympique de Lyon para sonreír como lo hacía en el Santiago Bernabéu, pero está obligado a permanecer allí durante dos campañas, más otra opcional. La cantidad de amigos que dejó en el conjunto dirigido por Carlo Ancelotti es muy grande, y ahora se siente solo en el vestuario, como han afirmado en ‘Le Parisien’.
Tan solo tiene a un compatriota a su lado, N’Golo Kanté, mientras que en el Madrid tenía a Ferland Mendy, a Aurelien Tchouaméni o a Eduardo Camavinga. Pero lo que más echa de menos es el calor de la afición en cada duelo, algo que no es comparable a lo que vive ahora mismo. No obstante, ya es muy tarde para mirar atrás, y fue exclusivamente suya la idea de salir del equipo que se lo había dado todo, desde que llegó en verano de 2009.
Solo le queda centrarse en el Al-Ittihad, y buscar la felicidad donde pueda encontrarla.