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¡Feliz cumpleaños, Oviedo!

Chisco García

Muchos lo dieron por muerto hace 11 años. Pocos apostaban porque el Real Oviedo siguiese llegando al 26 de marzo y celebrando aniversarios, pero la entidad azul cumple hoy 88 primaveras y lo hace angustiado por la situación deportiva actual, pero seguro de que el futuro traerá buenas noticias muy pronto.

Desde que en 1926 se firmase la fusión del Stadium y el Deportivo Oviedo -principales equipos de la capital asturiana por aquel entonces- el Real Oviedo ha pasado por épocas de todos los colores, aunque ninguna tan complicada en lo deportivo como la última década.
El primer ascenso a la máxima categoría llegó en la campaña 1932-33. En aquellos años, el conjunto azul ya contaba en sus filas con una de sus leyendas: Isidro Lángara. El goleador vasco escribiría páginas hermosas en la historia de la sociedad, formando parte de la famosa 'delantera eléctrica' junto a Casuco, Gallart, Herrerita y Emilín.
El Oviedo aún conserva el registro como mejor debutante en la máxima categoría. En su primer partido en Primera División, los azules recibieron al Barcelona en Buenavista y el resultado final de 7-3. Este marcador sigue siendo el mejor conseguido por un debutante en Primera División.
El paso de las emporadas sólo hacía que ratificar a un equipo que apuntaba muy alto, pero se encontró un enemigo imposible de batir: La Guerra Civil. El conflicto bélico destrozó el equipo. Las imágenes del campo de Buenavista lleno de trincheras y nidos de ametralladoras aún perdura en los libros de historia. Aquella plantilla se desarmó y, pese a que la Federación Española de Fútbol reservó la plaza al equipo en la máxima categoría, ya nada volvería a ser igual.
Los que recuerdan aquel equipo insisten en que de no ser por la guerra, el Oviedo podría tener hoy un título de campeón de Liga. Lángara conquistó tres trofeos Pichichi, el equipo acabó dos veces en tercera posición y llegó a ser semifinalista de la Copa.
Tras estos inicios gloriosos, el club entró en una dinámica de alternar la Primera y la Segunda División durante muchos años.
La década de los 70 provocó el primer gran declive deportivo. El equipo se quedó sin acenso en la campaña 76/77 y un  año después caía a Segunda B, por primera vez en su historia. El equipo consiguió el ascenso al año siguiente, gracias al famoso 'gol de Atilano', que privó del premio al Mirandés y se lo dio a los oviedistas.
Tras ese regreso a Segunda A, el club peleó por volver a la máxima categoría pero no lo consiguió hasta la temporada 87/88. Por el camino quedaron temporadas complicadas para el equipo, pero la llegada de Vicente Miera al banquillo supuso el espaldarazo definitivo.
Una buena temporada regular, terminó con los azules emparejados con el Mallorca en la promoción de ascenso. La victoria por 2-1 en el Carlos Tartiere, en el encuentro de ida, dejaba todo abierto para el Luis Sitjar. Una ejercicio de buena defensa llevó al Oviedo a igualar sin goles en el campo balear y se confirmaba el regreso a la elite.
Con esa vuelta se abrió otra gran época de la entidad. Los azules acumularon 13 temporadas consecutivas en Primera y llegaron a jugar la UEFA en 1991. Fueron años de conocer a grandes futbolistas con la camiseta azul. Carlos Muñoz, Berto, Gorriarán, Gracan, Jerkan, Jokanovic, Prosinecki, Lacatus... Y de ver salir buenos jugadores de las categorías inferiores como Pirri, Esteban, Armando, Sietes, Oli. Y entrenadores de reconocido prestigio como Javier Irureta, Radomir Antic, Ivan Brizc, Juan Manuel Lillo, Óscar Washington Tabárez, Fernando Vázquez o Luis Aragonés.
Todo parecía ir sobre ruedas hasta que en la temporada 2000/01 el club cambió de estadio. Con Radomir Antic de regreso en el banquillo oviedista el Oviedo perdió la categoría, en el mismo sitio en que la había recuperado, en Mallorca y, sin saberlo, abría la página más negra de su historia.
Una año con opciones de conseguir el ascenso, dio paso a una catástrofe deportiva que llevó al equipo a Segunda B. Los impagos a la plantilla acarrearon un posterior descenso administrativo a Tercera y en el verano de 2003 todos daban por muerto al Oviedo.
Ahí se produjo la rebelión de una afición que no quiso aceptar la imposición de un nuevo equipo por parte del actual delegado del Gobierno en Asturias y por entonces alcalde de la ciudad, Gabino de Lorenzo, y la afición se empeñó en salvar al club y lo consiguió.
Evitada la desaparición, el club necesitaba recuperar categorías deportivas, pero ese camino se hizo más complejo. Tras un ascenso frente al Ávila, el Oviedo apenas aguantó una campaña en Segunda B y volvió a descender, esta vez por deméritos deportivos.
La llegada de Control Sport al gobierno de la entidad, después de hacer un desembolso de dos millones de euros, volvió a sumir al Oviedo en una grave crisis y lo puso al borde la desaparición nuevamente.
Otra vez, los aficionados se movilizaron y consiguieron evitar la desaparición. Una ampliación de capital en 2012 con tintes angustiosos, hacía falta un mínimo de 1,9 millones de euros para evitar la desaparición, se saldó con una movilización mundial que acabó reportando 4 millones de euros al club y convirtiendo a Carlos Slim en el accionista mayoritario de la sociedad.
A ese se aferran hoy los oviedistas. El Grupo Carso parece dispuesto a asumir la gestión del Oviedo en primera persona y de ellos dependerá el éxito de la entidad en los próximos años. El sueño más inmediato es celebrar el 89 aniversario en Segunda A y ese suelo aún es posible y todos parecen dispuestos a pelear por él.

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