El derbi fue un partido con dos partes diferenciadas. En la primera mitad el Sporting estuvo mejor y en la segunda fue el Real Oviedo el que se encontró más cómodo. Sobre todo a raíz de los cambios, que hicieron que se reorganizase el equipo y que pasara del 4-2-3-1 al 4-4-2, con Saúl ya en banda izquierda.
El once de Anquela estaba condicionado por las bajas y por el momento de forma de los jugadores disponibles. Aarón se recuperó durante la semana pero no estaba para jugar 90 minutos y por eso el entrenador andaluz decidió guardarse su baza para la segunda parte. La opción del trivote también fue desechada, ya que se quedaría sin recambios para el centro del campo en el banquillo, lo que supone un riesgo extra con el paso de los minutos.
Con estos condicionantes, Anquela apostó por el doble lateral en la izquierda y por Yeboah en la derecha, dejando a Saúl como enganche y manteniendo la calma hasta los minutos iniciales de la segunda parte, cuando con los cambios tocaría la tecla para reorganizar al equipo y conseguir que se hiciera dueño del partido.
Aarón entró por Yeboah y Linares por Christian, desplazando así a Mossa al lateral y a Saúl a la banda, donde castigó a Lora en la recta final del encuentro. La presencia de Linares también daba un impulso extra en la zona ofensiva y en la presión sobre la salida de balón rojiblanca.
Paco Herrera no supo reaccionar y no pudo contrarrestar los cambios del banquillo visitante aunque lo intentó. En los minutos finales llegó el merecido premio del gol, que supuso el delirio en el banquillo azul y que dejaba algo más satisfecho a un Anquela que dio con la clave en la segunda mitad.