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Un esquema por definir

Borja García

No ha sido un arranque de competición fácil para el Real Oviedo. Transcurrido casi un cuarto de liga el conjunto azul no acaba de carburar. A la mala suerte en muchos encuentros se ha unido también la plaga de lesiones en puestos claves, lo que ha hecho que Anquela todavía no haya encontrado el once ideal, ni un sistema sólido en el que confiar. El conjunto azul ha disputado diez partidos y el entrenador andaluz ha usado tres dibujos diferentes.

El Oviedo comenzó disponiendo un 4-4-2, con Toché y Linares en punta. Así jugó contra el Rayo y contra el Reus, en la jornada uno y en la tres. La ausencia de recambios ofensivos en el banquillo en caso de que los partidos se pusieran cuesta arriba acabó por dejar ese dibujo como un recurso a partir del descanso, dibujando de inicio el 4-2-3-1, que fue el más usado.
Hasta en seis ocasiones el Oviedo formó con esa línea de tres mediapuntas por detrás de Toché, pero el vacío que había en la banda derecha, donde ni Pucko ni Yeboah ni Owusu alcanzaron el rendimiento esperado, ha hecho que en cuanto Anquela ha tenido oportunidad de volver a retocar el sistema lo haya hecho. Eso sucedió con la vuelta de Mariga, que permite al andaluz disponer tres en el medio sin quedarse sin recambio en el banquillo. Forlín, Folch y Rocha han sido los protagonistas del 4-3-3 que se ha visto el las dos últimas semanas con resultado dispar.
Ahora, con Johannesson recuperado y Viti cerca de estarlo también, se vuelve a abrir la vía del 4-2-3-1, que en principio parecía el dibujo preferido de Anquela, pero la lesión sobre todo de Fabbrini ha trastocado esos planes. Tras el varapalo de Granada, vuelve a ser una incógnita el once que presente el conjunto azul el próximo domingo ante el Córdoba, en un partido en el que solo valen los tres puntos.

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