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Se ha cerrado la grieta

Champagne, en el Tenerife-Real Oviedo (Foto: Sandra Acosta).

La victoria del Real Oviedo en el Heliodoro Rodríguez López ha dejado un mensaje de optimismo para el futuro. Las sensaciones se estaban consiguiendo, pero lo que no se lograba era convertirlas en resultados. En el encuentro de la noche del miércoles, las sensaciones positivas se echaron a un lado para dar paso al pragmatismo y la sensación de bloque.

El Oviedo había encajado en las ocho primeras jornadas de LaLiga SmartBank, y todo lo bueno que hacía en ataque lo desbarataba por errores infantiles en la zona de creación o en la defensa. Con 15 goles recibidos en ocho jornadas, llegó el final de esta racha negativa. El partido contra el Tenerife ha supuesto para la entidad carbayona el tapón que ha ocluido la fuga de los primeros choques.

Sangalli, en el Tenerife-Real Oviedo (Foto: LaLiga).

Los goles encajados estaban lastrando al equipo deportiva y anímicamente. En cuatro de los ocho partidos anteriores el equipo empezó ganando, pero no supo gestionar la renta, y, o terminó perdiendo, o empatando. El cambio de entrenador llegó a tiempo para curar el virus que tenía el Oviedo. El paciente consiguió pasar a planta con Rozada, y en la noche de ayer fue dado de alta.

El equipo no está a salvo, sigue colista, pero ha recuperado las constantes vitales y las señas de identidad habituales en cualquier cuadro carbayón. El paciente está dado de alta, y ahora afronta un proceso de recuperación cuyo primer control es el domingo a las 16.00 horas en el Carlos Tartiere ante el Numancia.

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