Fiesta en Oviedo, pena en Gijón: el derbi de Asturias sigue siendo azul

No es por la pandemia, aunque tendrá su culpa, pero lo cierto es que el nivel del derbi asturiano ha bajado muchísimo. De nivel, claro está, porque el aficionado del Real Oviedo seguro que se va a la cama como el más feliz del mundo. Y el del Sporting de Gijón, dolido por la derrota y por perder el liderato. Ambos, eso sí, tienen la ilusión de seguir soñando a lo grande. Es tan rara esta categoría que cualquiera puede ganar, que cualquiera puede pelear por el ascenso. Y, al final, es un partido. Para el que gana, la gloria por unos días, y para el otro, un dolor. Pero queda mucho.

El Sporting ya cuenta las horas y los días para el próximo derbi. Porque no se puede estar tanto tiempo sin dar una alegría a su gente en partidos de este valor. Aunque todos cambiarían perder los dos derbis si al final hay un ascenso, el Sporting debe dar un paso más al frente en estos partidos. No los da y por eso no gana. Y hasta los pierde. El Oviedo lo vive mejor y aprovecha un despiste rival para ganar. Habrá que preguntar a Javi Fuego por qué soltó esa pierna...

Fue un derbi eléctrico, al menos de inicio. Eléctrico más bien por ver la pelota llegar a uno y a otro en medio segundo, casi siempre por un error del rival. Costaba ver un buen control, un pase al hueco ideal o un disparo de los que hacen daño. Había miedo, cada uno a su forma, porque un derbi no es un partido más.

Polémica y penalti

Y se notó durante todo el partido. Tejera fue el que dio el primer aviso al Sporting con un disparo que se marchó alto. Luego asustó Blanco Leschuk, la apuesta de Ziganda para el derbi. Pero la acción que bien pudo cambiar el partido ocurrió en el área del Oviedo. Una mano por ahí medio suelta, abajo pero sueltecilla, que Milla Alvendiz decidió pasar por alto. Con el VAR pendiente durante varios minutos, al final hubo mosqueo sportinguista y tranquilidad local.

Donde sí hubo penalti fue en el área del Sporting. Con todos los partidos que lleva Javi Fuego en su carrera, con todos los partidos importantes que ha jugado, y cometió un error de benjamines. Se comió un regate de Sangalli, dejó la pierna y el penalti fue muy claro. Clarísimo. Ni VAR ni ver ni vur. Penalti. Tejera, que por algo se ha erigido en uno de los líderes del Oviedo, no perdonó ante Mariño, que por primera vez esta temporada se lamentaba por recibir un gol. Vean la tranquilidad de Tejera en el lanzamiento, cualquiera diría que era un derbi y todo lo que había en juego.

Porque el Oviedo llegó al derbi sin victorias y mucha presión. Y se marchó del Tartiere sin otro derbi y sin el liderato. El Sporting era líder y echaba la mirada al pasado para recordar cuándo fue la última vez que se marchó victorioso del Carlos Tartiere. Por ese lado también hay presión. Pero sin tirar a puerta, sin probar a Femenías, es imposible ganar un partido. Si tienes un error grosero como el Javi Fuego, pues te cuesta la derrota.

Poco fútbol y muchos nervios

Tras el descanso no cambió mucho el ritmo. Y fue más de lo mismo. El Oviedo aguantó bien y el Sporting siguió sin meter miedo. Djuka, que estaba en racha, hizo de todo menos lo que se espera de verdad para un delantero. Ni tuvo ocasiones ni se las fabricó. Una noche más que plácida para la defensa local, que había dejado dudas en otros partidos.

El 1-0 siempre te da la oportunidad de dar un arreón cuando vas perdiendo, o de sufrir si vas por delante. Dicho y hecho. El Sporting se fue a la desesperada y el Oviedo comenzó a dar pasos hacia su portero, pero siempre con el control. Una mano de Christian llevó el miedo a la afición local, que estaba en sus casas sufriendo y esperando otra victoria en el derbi. Fue más miedo que otra cosa, porque el Sporting se quedó en nada. Sin plan B, con poco fútbol, el primer petardazo de Gallego en el Sporting. La primera gran alegría de Ziganda esta temporada con el Oviedo. Queda mucho, para unos y para otros. Y hasta otro derbi. Pero, por ahora, el Oviedo es el rey del derbi en Asturias.